El secreto de Lapis

749 103 22
                                    

Con una mueca y un pequeño gruñido de incomodidad, Peridot abre lentamente los ojos, sintiendo como si despertara del sueño más largo de toda su vida, pese a tan solo haber dormido tres horas. Tan pronto recuerda su situación, salta del asiento y mira a su alrededor con algo de paranoia, lo primero que nota es que la cápsula ya ha aterrizado, y la compuerta se encuentra abierta.

—¿Lapis? —pregunta, nerviosa. No hay rastro de su aliada, pero tampoco hay señales de lucha, además de las provocadas en su riña con Aquamarina.

Instintivamente, lo primero que hace es echar un vistazo por la puerta. Afuera de la cápsula yace un precioso y colorido jardín, con una fuente de agua cristalina ubicada justo en el centro, y para colmar su exquisitez, una enorme mansión se encuentra erguida justo detrás.

Peridot se acerca a los controles de la cápsula, y rápidamente confirma que se encuentra en alguna parte de Mari Ponto. «¿A dónde fuiste?», se pregunta, no cree que haya decidido irse por su cuenta, necesita de su ayuda para estabilizarse; pero, después de haber sido abducida, encerrada y utilizada como conejillo de indias... Tampoco se le haría impensable que le haya dejado atrás.

—Realmente soy patética... —murmura, con un suspiro lamentable.

Por muchos años ha criticado a la "escoria" rebelde por oponerse al orden imperial; sin embargo, ahora se da cuenta de que ningún rebelde ha caído tan bajo como para experimentar con seres humanos. El Imperio Diamante disfraza crímenes atroces como males necesarios para el progreso, y consiguen que personas con buenas intenciones terminen por ensuciarse las manos.

—Lo eres —reconoce Lapis, recostada en el marco de la compuerta.

Peridot se sobresalta al escuchar su voz, con una combinación de vergüenza y felicidad. Al voltearse, puede sentir cómo su corazón se acelera, pues su musa ya no se encuentra desnuda, sino que luce un largo y bello vestido azul, decorado con bordados dorados; y, adornando su cuello, cuelga un collar con una gema incrustada, esta tiene la forma de una gota de agua, y exactamente el mismo color de sus ojos.

—Pero no serás la primera ni la última en arrepentirse de su pasado... —añade, cruzándose de brazos con un aire de desconsuelo.

—Supongo que no... L-Lindo vestido, por cierto... ¿De dónde lo sacaste? —pregunta Peridot, sin poder disimular su nerviosismo.

—De la mansión —responde a secas, mientras desliza sus manos por la tela, es suave y bastante agradable al tacto.

—¿Conoces a los dueños? —pregunta nuevamente, mientras cruza la compuerta y pisa el césped, por el diseño elegante que tiene la mansión, no cabe duda de que se trata de simpatizantes de la comandante Azul, se pregunta si pueden darse el lujo de confiar en nobles, dadas las circunstancias.

—En realidad... Yo soy la dueña... —admite Lapis, con algo de incomodidad.

—¡¿QUÉ?!

Lapis aparta la mirada, denotando que realmente no quiere tocar más el tema; pero, la curiosidad de una científica rara vez puede ser contenida.

—¡¿E-Eres una noble?! ¿Cómo diantres pudiste terminar en mi laboratorio? —exclama Peridot, intentando atar cabos sueltos.

—Es una larga historia...

Dicho lo cual, se separa de la cápsula y se encamina a la mansión, volteándose unos instantes para ver a Peridot a los ojos.

—Vamos, muy pronto nos estarán buscando aquí también, debemos prepararnos lo antes posible.

Con varias preguntas rondando su cabeza, Peridot asiente y le sigue.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now