El misterio de las Gemas de Cristal

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Mientras el ejército de la República Naciente toma posesión de la Zona Blanca, los cruceros que lideran la flota sobrevuelan la monumental fortaleza de Miss White, asegurándose de que nada pueda entrar o salir de sus puertas blindadas.

Habiendo pocas complicaciones en la conquista de la ciudad, Amarillo convoca una reunión en su crucero para discutir el próximo curso de acción. Así pues, alrededor de una mesa en su sala de reuniones, se le unen: Azul, sus respectivas asistentes, Lars, Peridot, Lapis, y un rostro que esta última no tarda en reconocer.

—¿Ágata? —pregunta la noble, sorprendida de verle en una situación como la presente.

—Lapis Lázuli —responde la mujer. Su voz es gruesa y su actitud circunspecta, como si tuviese algún agravio en su contra —. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, eras apenas una chiquilla cuando diseñé la majestuosa mansión de tus padres, es una lástima que no hayas sabido darle el debido cuidado.

«Su destrucción no fue enteramente mi culpa», piensa Lapis, guardando silencio ante el comentario con una sonrisa incómoda.

Alta, elegante y estricta, Ágata es una arquitecta ampliamente reconocida en la Zona Azul, en donde destacó al diseñar el santuario natural de Rosa, años atrás cuando esta no había sido nombrada comandante.

—Ágata se encontraba supervisando una construcción al oeste de la ciudad —explica Azul, dando inicio a la reunión —. Cuando le ofrecí asociarse a nosotros, aceptó enseguida.

—Por supuesto —confirma esta —. Admito que esta nueva república me tomó por sorpresa; pero, ustedes tienen la carta ganadora en este juego, sería una necia si rechazara esta alianza.

—En otras palabras, estás aquí por conveniencia —argumenta Lars, quien yace de brazos cruzados, apoyando la espalda en la pared —. En todo caso, ¿por qué la necesitamos?

Ágata arruga el rostro ante ese comentario, lista para comenzar una discusión; sin embargo, es Amarillo quien termina tomando la palabra.

—Los planos de esta fortaleza son un secreto que Blanco se ha esmerado en ocultar, ni siquiera Azul y yo conocemos todos los detalles de su construcción. Afortunadamente, Ágata es una de las mentes detrás de su diseño.

—Blanco ya se encuentra vulnerable por la pérdida de su territorio —añade Peridot, pensativa —. Si además conseguimos información detallada de su fortaleza, la tendremos servida en bandeja de plata.

—Me temo que no es tan sencillo... —admite Ágata, activando un holograma en el centro de la mesa.

El holograma muestra una serie de habitaciones conectadas por túneles, aunque algunos parecen ser simples pasillos y corredores, otros se encuentran ocultos detrás de muebles, pinturas, esculturas y paredes falsas.

—Miss White es una mujer extremadamente elusiva —explica —. Para el diseño y construcción de su fortaleza empleó a muchas personas distintas, de tal modo que ninguna pudiese conocer todos los secretos que oculta.

—Tienes que estar bromeando... —comenta Lars, agobiado por el recuerdo del laberinto.

Aunque la asesoría que puede brindar es limitada, Ágata revela todas y cada una de las cámaras ocultas existentes, dentro de las cuáles Blanco podría intentar resguardarse. Además, desvela la existencia de dos entradas meticulosamente escondidas en la ciudad, que dan acceso directo al interior de la fortaleza.

La discusión sobre cómo sacar ventaja de ese conocimiento es compleja. En un primer momento, Peridot sugiere la búsqueda de todo el personal implicado en la construcción de la fortaleza; sin embargo, al no haber forma de conocer sus identidades, la idea es rápidamente desechada. Posteriormente, Lars propone que un pequeño escuadrón se infiltre por una de las entradas ocultas en la ciudad; no obstante, los muros del complejo cuentan con avanzados sensores de energía, por lo que, en caso de entrar, no contarían con el factor sorpresa. Las ideas se siguen barajando cuando alguien más cruza la puerta, se trata de Fluorita.

—¿Traes noticias? —pregunta Lars al verla, sacudiéndose el sudor de la frente, visiblemente agobiado por la indecisión. 

—De hecho, sí —responde la mujer, haciéndose a un lado.

Para sorpresa de todos, es Amatista quien yace justo detrás. Recelando un poco al divisar a las antiguas comandantes imperiales, esta se decide finalmente a entrar.

—¡Amatista! —exclama Lapis, abandonando su lugar con una sonrisa radiante.

Abalanzándose sobre su amiga, ambas comparten un abrazo cálido y emotivo.

—¿Qué sucede, Lázuli? No habrás pensado que moriría en tu ausencia —comenta la piloto, con una alegre carcajada.

—Intenté contactar con la Obsidiana en varias ocasiones, me tenías preocupada.

Con una expresión de incomodidad, Peridot aclara sobreactuadamente su voz, llamando la atención de todos en la sala.

—Disculpen, estamos en reunión —manifiesta con seriedad.

—Por favor, si sabes algo sobre Rosa, lo que sea... —interroga Azul, ansiosa por conocer su paradero.

—Sí... Sobre eso... —responde Amatista, perdiendo cualquier atisbo de buen humor.

Incorporándose a la reunión, Amatista relata lo que sucedió cuando abandonaron la Zona Azul. Gracias al conflicto en la Zona Amarilla, así como el sistema de sigilo de la Obsidiana, su equipo consiguió escabullirse fácilmente en la Zona Blanca, en donde rápidamente lograron hacer contacto con Rose. Juntas, elaboraron una estrategia para abrir las puertas de la fortaleza, utilizando la ayuda de León, cuyo rugido tiene la capacidad de generar intensas fluctuaciones de energía. Aprovechando esta curiosa habilidad, abrieron la puerta el tiempo suficiente para poder infiltrarse, avanzando con la intención de capturar a Blanco mientras esta se encuentra desprevenida.

—¿Qué más sucedió? —pregunta Amarillo, no muy convencida por las acciones temerarias de su hermana menor.

—Nada... —responde Amatista, cerrando sus puños con frustración —. Tan pronto la puerta volvió a cerrarse, perdí toda comunicación con ellas. No sé si estarán en problemas, o si esperan con paciencia el momento para lanzar su ataque... Y la duda me está matando.

El relato de Amatista provoca un silencio reflexivo en la sala. Siendo la operación ya complicada desde un inicio, ahora se añade el resquemor de la incertidumbre, y cuando esta pareciera no poder agravarse aún más, una llamada entrante aparece en el centro de la mesa, reemplazando el holograma de la fortaleza por el rostro soberbio de Miss White en persona.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now