Sube la marea

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«¡Estamos acabadas!», piensa Peridot con ansiedad, planeando una ruta de escape tras otra, y dándose cuenta de que todas están condenadas al fracaso. Perdieron demasiado tiempo en la mansión, confiadas de que el territorio de la comandante Azul les daría un respiro, y ahora se encuentran completamente rodeadas. Lapis; sin embargo, no muestra señal alguna de rendirse, todavía con una mano sujetando su cabeza, la mujer se pone de pie, y sus alas le elevan nuevamente.

—Peridot... —murmura, dedicando a su compañera una mirada de desconsuelo —. Ambas sabíamos que terminaría de este modo, no importa qué tan rápido huya, los problemas siempre me alcanzan. Pero, quizá no debamos morir las dos.

—¡Espera! —exclama Peridot, estirando el brazo y sujetando el borde de su vestido —. No cometas una locura, debemos rendirnos, ya pensaré en algo después, confía en mí.

Realmente no ve ninguna salida si se dejan atrapar; pero, sabe muy bien que Lapis siempre preferirá morir libre, antes que vivir encadenada, y teme que no sobreviva si continúa utilizando su poder indiscriminadamente.

—Fue interesante descubrir que incluso una mujer como tú... Puede cambiar. Ha sido un placer, Peridot, huye lejos tan pronto veas una apertura.

Antes de poder objetar, Lapis se eleva casi hasta alcanzar el techo, y tanto Peridot como todos los presentes sienten el suelo estremecerse de forma abrupta, la cerámica bajo los pies de Lapis se fragmenta, como si un monstruo intentara abrirse paso desde abajo. Asustada, Peridot retrocede hasta chocar contra la pared, sintiéndose completamente impotente.

—¿General? —pregunta uno de los soldados, sosteniendo su arma con las manos temblorosas.

—Maldita sea... ¡Usen tranquilizantes, queda estrictamente prohibido abatir al objetivo! —ordena Jaspe.

—¿Qué demonios estás haciendo, Jaspe? —reclama una voz a través del comunicador de su traje, se trata de la asistente personal de la comandante Amarillo —. Las órdenes de mi comandante fueron claras, ¡ninguna traidora será perdonada!

—La situación ha cambiado, una de ellas es Lapis, la última del linaje de los Lázuli, a la comandante Azul no le agradará saber que una de sus familias ha dejado de existir. Y en caso de que lo hayas olvidado, se trata también de la mujer que llevé al altar —responde la general, con evidente irritación.

La asistente parece querer decir algo más, pero Jaspe apaga inmediatamente el transmisor, subiendo la mirada con preocupación.

Siguiendo sus órdenes, los soldados comienzan a disparar dardos tranquilizantes; pero, Lapis se encierra así misma en una esfera de agua, y todos los dardos rebotan para caer al suelo. Peridot ya había visto a Lapis utilizar la hidrokinesis de ese modo; sin embargo, jamás hubiese imaginado lo que está a punto de presenciar.

La cerámica debajo de Lapis finalmente cede ante la enorme presión, dando paso a un potente flujo de agua. Todos los presentes intentan alejarse, pues el suelo parece comenzar a inundarse; no obstante, el agua rápidamente cambia su curso, respondiendo al llamado de su guía. La esfera que cubre a Lapis crece a medida que absorbe más y más agua, e incluso con tan gruesa capa de agua de por medio, Peridot consigue escuchar los gritos de dolor de su musa.

—¡Lázuli, tienes que detener esto! —exclama, antes de morder su labio inferior con la fuerza suficiente para provocarle un leve sangrado, sabe que eso no terminará bien.

Ignorando su advertencia, Lapis resiste el dolor y sigue invocando mayores cantidades de agua a su alrededor, hasta que el tamaño es lo bastante grande como para derribar el techo. Concentrándose tanto como puede, consigue que la esfera de agua cambie de forma paulatinamente, hasta imitar la figura de su propio cuerpo, de la cintura para arriba.

—V-Vamos...

La enorme Lapis de agua estira lentamente sus brazos y flexiona los dedos, como si intentara probar qué tanto control tiene sobre su propio cuerpo. Incluso bajo el enorme dolor que le aflige, siente que finalmente tiene el poder para poner un fin a todo.

—Terminemos con esto —declara con firmeza.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now