[O1] Si tú supieras...

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Capítulo 01. Si tú supieras...

Frialdad. Aquella palabra rebotaba en cada parte de mi cabeza, intentando molestarme e incluso afectarme. Pero no lo hacía.

Cada vez que recordaba las duras palabras que me había dedicado Angie con un simple mensaje en el buzón de voz hicieron que mi noche fuera de mal en peor.

¿Tan fría me estoy volviendo?... Porque yo no soy consciente de ello...

En cuanto mi cuerpo se calmó, solté un suspiro. No podía seguir así.

Aparté las manos de la taza del váter y apreté más el moño que evitaba que mi pelo se manchase.

-Anna, ¿estás bien?

Mi padre había adoptado un carácter muy sobreprotector desde que supo -yo le conté- que aún estaría otro año más en el instituto. Él cree que es su culpa, por no haberme atendido cuando mi madre murió, pero eso es imposible. Yo repetí primero, ahí fue donde conocí a Connor y más tarde mi madre jugaría a los muertos.

-¡Sí! -grazné limpiándome la barbilla con papel-. Simplemente es que me metí accidentalmente el rímel en el ojo -mentí soltando una falsa risa, e incluso noté que me quemaba la garganta.

-Aún estás medio-dormida -replicó mi padre, y sentí su tono divertido aún a través de la puerta.

«Si tú supieras» -pensé levantándome y notando un dolor tremendo en las rodillas.

-¿Quieres que yo te lleve? -preguntó, y, aunque no lo estaba viendo, sabía que estaba entrecerrando los ojos.

-No -contesté secamente.

-¿En serio que estás bien? Te noto... afligida.

-Afligida, ¿yo? -ironicé con desprecio, pasándome las manos por el pelo para peinarlo y abriendo silenciosamente la puerta-. Volveré a las tres -añadí evitando cruzarme con su mirada.

* * *

-¿Estás enfadada por lo que te dije ayer?

-No.

-Fue un ataque de rabia, no me gusta verte así.

-Me da igual -la sequedad de mis propias palabras me hizo torcer la mirada hacia Angie, que me miraba con los ojos más abiertos de lo normal.

-¿Estás enfadada por haberte dejado sola con el trabajo de francés?

-No.

-Me pones nerviosa con tus respuestas cortas, lo sabes, ¿verdad?

-Me da igual -repetí consciente de mí misma, pero una sonrisa se atisbó en las comisuras de mis labios-. Angie... deja de preocuparte por mí, ¿sí? Sé valerme por mí misma.

-Eso dijiste hace un año en Moscú y mira cómo acabaste -al ver mi expresión seca y con una ceja elevada, ella frunció el ceño-. ¿No te molesta que te diga todo eso?

-En absoluto. Sigue diciendo lo estúpida que soy, me haces sentir mejor.

-Al menos tu sarcasmo sigue intacto -masculló, pero la oí perfectamente.

-Callaos -la voz ululante pero baja de un chico que estaba en frente de nosotras me hizo mirar al frente de nuevo, a la vez que levantaba el dedo corazón de mi mano izquierda y le enseñaba una peineta bien hecha. Él me miró sorprendido y se volvió hacia el frente, mientras que Angie golpeó mi mano para que la bajase.

-Deja mi puta mano de una puta vez o... -el índice de Angie ejerció fuerza sobre mi boca, torciéndola en una mueca graciosa.

-Me asusta tu agresividad.

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora