[O3] Todo se volvió negro.

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Capítulo 03. Todo se volvió negro.

Las llaves caen de mis manos y van a parar al recibidor blanco que construyó mi padre hace unos días.

-¡Papá, ya estoy en casa! -gimo con la voz muy débil, notando la garganta seca.

Me dirijo a la cocina en busca de un maldito vaso de agua, pero mi desgarradora sed se esfuma cuando veo que todo está desordenado: la nevera tumbada; las ventanas rotas; los platos y vasos divididos en miles de pedazos; la mesa rayada, y la tela de las sillas desgarrada intencionadamente.

-¿Papá? -pregunto presa del pánico, intentando mantener la calma, pero el miedo ya me había engullido hacía poco tiempo.

Oyo un gorgoteo y más tarde el susurro de mi nombre.

-Anna -repite, y al instante distingo la voz de mi padre-. Anna, vete.

-¿Dónde estás? -pregunto corriendo por el pasillo y abriendo cada una de las puertas del apartamento.

Cada una de las habitaciones está en orden, y solo queda una por revisar.

Un nudo se me forma en la garganta, y, casi obligándome, abro la puerta.

Mi vista se dispara a las paredes salpicadas de un color rojo -antes completamente blancas- y una figura oscura que me es imposible identificar. La figura se voltea con parsimonia, y al instante sé de quién se trata: la peor persona existente en este mundo, Nelson White. Su cara tiene manchas de sangre, y las líneas blancas que forman sus dientes son asombrosamente horribles. Su puño rodea el mango de un cuchillo, pequeño pero afilado, con una hoja reluciente y limpia, excepto por el líquido rojo que corre por ella.

-Hazle caso a tu padre: no querrás ver cómo muere.

* *

El horrible chirrío de unas zapatillas contra el suelo hizo que abriera los ojos.

Sin darme cuenta, -y supongo-, en un acto reflejo, me incorporé a la velocidad de la luz, y un intenso dolor en el pecho me hizo caer de lado en la cama.

«Tremenda pesadilla» -pensé tragando saliva.

El dolor que amenazaba con llevarse mis entrañas diminuyó su intensidad, y solté un largo suspiro que me hizo toser débilmente.

Solo cuando volví a escuchar ese chirrido recordé que estaba despierta. Esa horrible pesadilla había hecho a mi integridad desvanecerse momentáneamente.

Era tan real... Tan horriblemente real y detallado...

-¿Qué demonios...? -mi voz se apagó a la vez que abría la puerta.

Mi padre, extrañamente contento, correteaba por la casa como un niño de cuatro años.

-Papá, ¿se puede saber qué gilipollez se te ocurrió ahora?

Él me miró con los ojos bien abiertos, la sorpresa irradiando de ellos al escucharme decir esas palabras.

-Voy a hacer unas pruebas para la comisaría del distrito -dijo, ahora sonriendo.

-¿Policía de tráfico o inspector? -pregunté con sorna.

-Todo depende de mis aptitudes -canturreó volviendo a correr y a frenar en seco, y sus zapatillas chirriaron de nuevo.

* * *

Los libros cayeron con estrépito en el interior de la taquilla, liberándome de todo el peso que cargaba mi espalda. «Es la primera vez que hago los deberes aquí y me libro de hacerlos en casa» -pienso cerrando la puertecilla de metal.

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]On viuen les histories. Descobreix ara