[17] Todos hemos muerto.

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Capítulo 17. Todos hemos muerto.

Simon

Al fondo del pasillo vi a Angie y Dallas sentados, cabizbajos. Angie levantó la mirada cuando notó mi presencia.

-Acabo de enterarme -dije de corrido-. ¿Dónde está Anna?

-En la habitación de Connor. No sale de allí desde que se llevaron el cadáver.

La voz de Angie sonaba apagada, a punto de romperse.

No podía imaginarme como estaría Anna.

Angie abrió la mano y sin apenas moverla, me incitó a coger el papel que tenía en ella, en donde estaba escrito el número de la habitación de Anna y Connor.

-Llegarás antes si coges las escaleras.

Asentí y obedecí.

Justo cuando estaba delante de la puerta, sentí que lo que iba a encontrarme tras ella no sería para nada bueno.

Y no me equivoqué.

La cerré detrás de mí cuando entré, y un frío helador se caló en mis huesos.

-Anna, lo siento mucho -dije mirándola fijamente, pero ella ni se inmutó por mi presencia.

Agarré una silla y me senté a su lado. Extendí el brazo para cogerle la mano, pero ella la apartó y se quedó mirando la cama en la que la vida de Connor se había escapado.

El color de su rostro se había esfumado, sus ojos estaban oscuros y su frivolidad hizo a mi estómago encogerse. Quizás fuese eso lo que me hacía sentir destemplado.

De repente, susurré:-¿Cuándo te cortaste el pelo?

Ella no contestó, y supuse que lo había hecho para la boda. Para la boda que no se había celebrado. Para la boda en la que estuve esperando por ella hasta que dieron las doce de la noche. Barbara, sentada en la arena, a mi lado, me decía que ella no me había dado plantón, que había pasado otra cosa que no era precisamente la aparición de su indecisión.

Los ojos verdes de Anna hicieron que dejase de pensar en lo que había pasado poco antes de que llegase al hospital y susurró:-¿Cuándo te volviste tan idiota?

Tragué saliva.

Su voz sonaba fría, tanto que un escalofrío recorrió mi espalda.

-Connor ha muerto y... ¿Te preocupas por mi pelo?

Resopló.

Su resoplido ya no sonaba sexy, como siempre lo había hecho, sonaba cansado, exasperado, cabreado.

Y me pasé una mano por la cara.

-Lo siento.

-No, no lo sientes -contestó. Su voz empezaba a quebrarse y las lágrimas se asomaban en sus ojos de una forma cruel y sincera-. Tú no lo has visto crecer contigo. No lo viste morir contigo.

Sus palabras me afirmaron lo que ya había pensado mientras Barbara me acercaba al hospital: que Arianna Edwards había muerto con Connor White.

Arrastré la silla y me levanté.

No podía soportarlo.

Angie

-¿Qué coño haces? -grité al ver que Simon pasaba por delante de nosotros con gran rapidez.

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Where stories live. Discover now