Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]

[35] Falsas extirpaciones.

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Capítulo 35. Falsas extirpaciones.

Él entrecerró los ojos y susurró:–Anna, ¿qué escondes?

Cerré los ojos e inspiré profundamente. ¿Había llegado la hora de contarle lo de mi falso tumor? No tenía ni la más mínima idea.

Observé a Angie después de abrir los ojos y su mirada me dijo que estaba tan confusa como yo. Ninguna de las dos teníamos claro qué hacer, y ella por supuesto no quería ponerme en jaque. O eso parecía.

–Simon, no puedo... –farfullé pasándome las manos por el rostro.

–¿No puedes o no quieres?

Oír eso me hizo mirarlo fijamente a los ojos y sentir que el corazón me latía más rápido de lo normal. Finalmente, como en todos las partidas de la vida en las que te quedas atascado, usé un comodín:

–No lo sé.

Sentí la mirada penetrante de Angie a mi lado y luego la escuché decirme:–Anna, o se lo cuentas tú o se lo cuento yo. Él tiene que saberlo. Debe saberlo. Lo dudé muchas veces pero él te quiere de verdad.

Observé la reacción de Simon después de agarrarle la mano a Angie para agradecerle su consejo/amenaza. Angie se levantó, cogió otra tableta de chocolate y se fue.

Mientras hizo eso, yo no dejaba de mirar a Simon, que estaba claramente impaciente y asustado por lo que pudiera decirle. En cómo apretaba la mandíbula supe que le había tocado la fibra escuchar a Angie hablar así de él delante suyo. Pero eso no importaba. Importaba cómo iba a reaccionar después de lo que yo le dijese. Por eso inspiré profundamente para no meter la pata.

Me levanté e inconscientemente lo abracé. Él recibió con ganas mi abrazo, pero yo por mucho que quisiera estar así sabía que no podía prolongar más su espera, su ansiedad por saber qué coño había pasado sin que él se enterase.

–Siéntate Simon.

–No, prefiero estar de pie. Así te veo mejor los ojos.

Apreté los labios para no sonreír por la voz seductora que había usado, pero seguí mirándole fijamente. Joder, tenía miedo de cagarla. De cagarla mucho.

–Simon... Tengo miedo.

–Yo también.

Tragué saliva y me pasé las manos por el rostro. Luego, cogí el vaso de whisky y me tragué aquel oro líquido en un abrir y cerrar de ojos.

–¿Recuerdas cuando... Cuando tuve una pelea con un tío en una gasolinera?

Él entrecerró los ojos, y yo añadí al instante:–No. No estabas –lamí mis labios–. Estabas en Reino Unido. Evidentemente no lo recuerdas.

Jones al escucharme decir eso dejó de mirarme.

–Anna... ¿en qué mierdas te metiste mientras no estaba?

–Simon, relájate, ¿vale? Yo si no quiero no tengo porqué darte explicaciones –volví a tragar saliva y dije, no con intención de hacerle daño, pero sí con ganas de que se enterase de que era yo la que controlaba la situación–. Pudiste haber estado aquí y saberlo todo.

–Tienes razón –susurró–. Pero Anna, me importas, ¿vale? Me importas mucho. Quizás más de lo que puede llegar a importarme alguien.

Apreté los labios y luego sonreí. No pude evitar las ganas y por eso le besé por sorpresa.

–Tú también me importas. De lo contrario, no me habría arriesgado a ser asesinada por un mafioso para encontrarte.

–¿Que has hecho qué?

–Es coña, ya te había encontrado antes de eso –dije con una sonrisa–. Lo tenía todo bajo control. Isabella, la madre de los gemelos, lo mató para que no me hiciera nada. Mi madre mueve hilos para que no se investigue el asesinato. Pero eso no es lo que te tengo que contar.

Me pasé las manos por el rostro y suspiré.

–¿Y bien?

–Un día, mientras ponía en marcha mi venganza, que por cierto ahora me parece estúpida, Dallas y yo estábamos paseando por un parque antes de ir al instituto. Un hombre, el jardinero del mafioso, nos atacó. A mí me noqueó y al despertarme estaba muy desorientada y me fui sin recordar que Dallas estaba conmigo. Cuando me encontraron me llevaron al hospital, me hicieron muchas pruebas para ver si el golpe que me había llevado en la cabeza había sido grave, y me encontraron algo –me callé para recuperar el aliento y sentí la necesidad de otro vaso de whisky.

Me volteé, agarré la botella y me lo serví. Por enésima vez tragué saliva y dejé de darle la espalda a Simon. Lo miré a los ojos y mientras pronunciaba lo que quería saber, supe que no estaba listo para escucharlo. Pero ya era demasiado tarde.

–Me encontraron un tumor cerebral.

Simon se quedó sin voz, sus ojos se habían dilatado y tragó saliva. Rápidamente pasé una mano por su rostro y noté que estaba frío y pálido.

–Simon, el médico estaba equivocado. Simon –repetí al no recibir una respuesta–. Simon, joder.

Él no me había escuchado. ¿Cómo iba a hacerlo si acababa de desvanecerse sobre mis brazos? ¿Acaso le había dicho que tenían que extirparle la polla?

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Hola hermos@s creyentes... ¿Qué tal les ha ido el día?

A mí bien. Claro, es domingo. Pero el viernes fue muy mal. El viernes he despedido mis vacaciones. El viernes he empezado el curso. El viernes ha comenzado el infierno. * Suenan truenos *.

Nah, no es para tanto. ¿Para vosotr@s sí?

Os voy a contar una corta pero hermosa historia de ilusión.

El jueves mi instituto se incendió. Sí, como leéis. No fue grave porque la gente se dio cuenta enseguida y los bomberos llegaron rápido. Dijeron que no habría clase porque el humo era tóxico. Tod@s celebrábamos que las vacaciones se prolongaban hasta el lunes. Dos horas después se difunde que las presentaciones se mantienen en pie porque se hacen en otro edificio. Medio pueblo volvió a activar las cincuenta alarmas que tiene para poder despertarse medio año antes de que los gallos empiecen a cantar. Fin de la historia :)

¿Queréis interrogatorio? Aquí os va:

1. ¿Angie ha sido justa al poner a Anna entre la espada y la pared?

2. ¿Recordabas al jardinero, la gasolinera, la pelea?

3. ¿Piensas que Simon no estaba preparado para recibir ese golpe? ¿O piensas que no se ha desmayado por la noticia?

4. ¿Qué crees que hará Anna con él?

5. ¿Te ha gustado el capítulo?

6. ¿Quieres leer más?

Se os quiere mucho mucho amores ❤

Besotes,
Diosa Azul xx