[26] ¿Qué quieres?

16.3K 1.2K 201
                                    

5.000.000 de lecturas
5.000.000 de gracias

Capítulo 26. ¿Qué quieres?

Simon

Nuestro reencuentro había sido confuso. Estaba mareado por tanta mierda.

Mi padre me había repetido que me alejase de ella, pero... ¿Cómo iba a hacerlo si la amaba más que a nada?

Volví a mirarla a través del cristal. Estaba en mi jardín, hablando a solas con mi padre. Y yo estaba estúpidamente sentado en el sofá, observándola. Ella se daba perfectamente cuenta, lo sabía, pero ni una sola vez había clavado sus ojos en mí. Y eso me hacía hervir.

Su compañerito, el tal Aaron, se había quedado en el hotel, interrogando al tío que había pillado Anna el día anterior.

Entonces bajé la mirada al suelo. ¿Tuve una hermana y lo sé casi veinte años después? Mi padre me dijo que ella, ahora, tendría unos treinta. Tragué saliva.

Iba a empezar a imaginar cómo habría sido mi vida si mi hermana hubiese sobrevivido, cuando mi padre apareció en la sala... Acompañado de Anna.

Tras lo que había pasado ayer, ella estaba un poco alelada. Quizás el suero que le había dado Aaron no había funcionado. Mi padre se dio cuenta tan rápido como yo cuando ella se llevó una mano a la cabeza y se giró para que no la viésemos.

-¿Estás bien? -le preguntó John.

-Sí, solo... Necesito una aspirina, por favor.

Mi padre asintió y no vaciló en ir por ella. Anna siguió dándome la espalda por unos segundos, y creí que iba a llegar mi padre y nosotros seguiríamos sin mirarnos a los ojos.

Afortunadamente, me equivoqué.

No sabía qué estaría haciendo mi padre, quizás no encontrase las pastillas, o sí que lo hiciese pero estaba haciendo tiempo para dejar que nosotros hablásemos. En aquel momento me daba exactamente igual lo que él hiciese.

Anna se dio la vuelta y masculló:-¿Puedo sentarme?

Estaba realmente mareada, muy mareada, se lo notaba en la voz y en sus maravillosos ojos. Le dije que por supuesto que sí, y cuando lo hizo, los cerró.

-Anna... -susurré tras tragar saliva.

-Dime... -susurró ella sin abrir los ojos.

-Aquí está la aspirina. ¡Cómo me costó encontrarla!

Nunca en mi vida había fulminado a mi padre igual que lo había hecho en ese momento. Nunca.

Arianna

Aaron me miró por encima del ordenador cuando abrí la puerta. Ya estaba anocheciendo, pero él no había encendido ninguna luz.

-Anna, tuve que soltar al viejo -dijo, y torció la boca-. No teníamos suficientes pruebas para tenerlo con nosotros. Pero estoy seguro de que fue él.

Al escucharlo yo también torcí la boca.

-Pues si tanto tú como yo pensamos lo mismo, ese viejo es el asesino.

Se levantó y caminó hacia mí. Y, de repente, sentí su calor demasiado cerca de mí. Me había empujado hasta la puerta y había pasado una mano por la cintura, mientras con la otra... Con la otra desabrochaba mis pantalones de oficina.

Yo estaba medio inconsciente. ¿Desde cuándo había empezado a vestir como una ejecutiva? Siempre con pantalones de tela negros o azul marino, con líneas o sin ellas, y con blusas y camisas. También americanas y abrigos de piel. ¿Tanto dinero había amasado en tan poco tiempo?

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Where stories live. Discover now