[16] Cuando abrí los ojos...

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Capítulo 16. Cuando abrí los ojos...

Arianna

Cuando abrí los ojos la luz del sol hizo que los volviese a cerrar.

Pero el ruido que me había despertado se volvió a repetir y no me quedó más remedio –mentira, quería ver qué era eso– que volverlos a abrir.

Giré la cabeza y lo que vi fue a un perro apartando los trozos de cristal que rodeaban la cabeza de un chico al que no fui capaz de reconocer.

¿Qué demonios había pasado?

¿Qué hacía tirada en el suelo al lado de ese chico tan guapo?

¿Dónde estaba?

Simon

Cuando abrí los ojos de nuevo, los ojos de Jesse seguían observándome fijamente.

–Estoy bien -dije por enésima vez.

–No, no lo estás -replicó Jesse, y yo rodé los ojos-. ¿Es por Arianna, verdad? Te tiene loquito.

-No me tiene loquito.

Jesse entrecerró los ojos y yo añadí lo que le faltaba a la oración: -Me tiene atolondrado.

-Tío, eso es básicamente lo mismo -contestó él riendo.

-Ya lo sé. Simplemente estoy atontado.

-¿Y estarás así los próximos dos meses? Porque si pronto va a ser la última vez que nos veamos, no quiero recordarte como un paleto.

Le clavé los ojos y no pude evitar el soltar una risotada.

-Sé que tú también soñaste y sueñas con ir a Harvard. Por eso le dije a Madeleine que su padre te diera otra plaza para ir conmigo. Eres estadounidense, aquí no tienes nada, por eso pensé que sería lo mejor para ti.

Él me miró asombrado.

-Tío, no quiero que los dos estemos atontados -ataqué sonriendo, y pude ver que sus ojos se estaban vidriando.

-Eres el mejor.

-Lo sé -contesté con arrogancia, una arrogancia que me hizo volver a recordar a Arianna.

Barbara

Cuando abrí los ojos empecé a darme cuenta de que algo andaba mal. Después de escuchar su historia sentí que algo andaba muy mal.

Ella había matado a Morales solo por nuestra amistad, y ahora sus secuaces van a venir a por nosotros para vengarse.

Lo peor de esto es que ellos no empiezan por los más fuertes, sino por los más indefensos.

Y por eso estaba tan preocupada.

Tan aterradoramente preocupada.

Dallas

Cuando abrí los ojos y miré a los lados, lo único que captó mi atención fue el charco de sangre que tenía a los pies.

Un charco pequeño pero lo suficientemente grande como para hacer que quien derramó esa sangre se sienta desorientado. O incluso con una leve pérdida de memoria.

En aquel momento no importaba lo que había leído en los libros de medicina que me regalaban mis padres.

Importaba que Arianna no estaba allí.

Y la única persona que derramó esa sangre ahí o fue ella, o fue quien me dejó inconsciente aquí.

Arianna

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora