[25] Locuras alocadas.

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Capítulo 25. Locuras alocadas.

Tras torcer la boca en una mueca de asco, di la vuelta y volvimos a circular de vuelta a Nueva York. Kris, la informática del FBI, nos había dicho que era mejor quedarnos allí porque fue donde asesinaron a Jimmy.

Tanto Aaron como yo habíamos resoplado al escuchar su voz.

-Iré buscando un hotel -dijo desbloqueando su teléfono.

-Que tenga un buen yacuzzi, lo necesitaré -mascullé con cansancio.

-Si quieres también un gilipollas que te abanique -contestó con sorna, y yo solté una risotada.

-Cuando termines -dije, ya más tranquila- empieza a investigar a Nicole -miré a John por el retrovisor y añadí:- Tendremos que interrogarte.

Un carraspeo muy bajito me hizo apretar los labios. Simon se sentía apartado, pero yo no tenía la culpa. Él mismo se había metido en algo que no le incumbía.

Al encontrar un hotel donde instalarnos y a media hora de llegar a Nueva York, Aaron empezó con el interrogatorio.

Mientras, ajena a lo que decían, yo pensaba en el novio de la chica. Tenía un ciento de antecedentes pero ninguno de asesinato. Como ya sabíamos, él no había matado a Nicole Jones.

Nicole siempre había sido buena en los estudios, como Simon. Jimmy también lo había sido, pero un tío poco legal lo había metido en el lío de la droga.

Quizás ese tío supiera algo.

-Oye -dije, interrumpiéndolos. Miré a Aaron y añadí:- ¿cómo se llamaba el hombre que metió a Jimmy en la droga?

-Malcom -contestó, y se dio cuenta de por dónde iba-. Anna, tiene sesenta años, ¿crees que pudo haber ahorcado a Jimmy con tanta fuerza?

-Pudo haberle pagado a alguien -respondí.

Iba a preguntarle algo pero él lo adivinó y contestó directamente:-Vive en Brooklyn, es dueño de un bar que está en la costa.

Asentí y él continuó con su interrogatorio. No me preguntó si íbamos a ir porque ya sabía de sobra la respuesta.

Al abrir la puerta del bar, un olor fuerte a ron del malo inundó mi nariz y me hizo resoplar.

Aaron, que había venido detrás mío, se acercó a la barra a hablar con un chico de treinta y tantos años que no paraba de acosarme mientras yo miraba cada rinconcito del bar.

Entonces mis ojos se posaron sobre un viejo cuyos dientes podridos apretaban un palillo. Tenía el pelo engominado y una barriga de cerveza enorme. Definitivamente, ése era el tal Malcom.

Él se dio cuenta de que lo observaba y se levantó justo en el momento en que acerqué una mano a la cintura para sacar la pistola de mi pantalón.

Y el maldito viejo pasó corriendo por delante de nosotros.

Puse los ojos en blanco y chasqueé la lengua.

Y fui tras él, dejando a Aaron parlotear con el camarero.

El muy gilipollas se dio la vuelta tras meterse en un callejón sin salida e intentó golpearme, pero mis reflejos le jugaron una mala pasada cuando la tapa de un contenedor de basura se estrelló en su cabeza, tirándolo al suelo.

-FBI. Ni se te ocurra mover un solo dedo -dije apuntándolo con la pistola.

Escuché los golpes de unos pasos a mis espaldas y el frenazo de Aaron a mi lado, boqueando.

-¿Tienes un cohete en el culo? -preguntó elevando una ceja, y yo carcajeé.

Entonces el viejo volvió a levantarse y nos esquivó a ambos. Corrió recto hasta encontrarse con un muro, que saltó. Yo lo había seguido sin saber muy bien qué había al otro lado del muro, y cuando lo supe, ya era demasiado tarde porque ya estaba empapada. Había una puta playa.

Nadé tras él y lo pillé, y encajando su cabeza entre mi brazo izquierdo, lo arrastré hasta la orilla, donde Aaron me esperaba con cara de pocos amigos.

-¿Sabes la cantidad de enfermedades que puedes contraer? ¡Esta playa está contaminada! -exclamó exasperado.

-Cállate y tráeme un puto suero -contesté tirando al viejo en la arena y posando un pie sobre su espalda.

Puse los brazos en jarras y solté un resoplido. Luego, miré al lugar desde el que había saltado y me encontré con que Simon se había apoyado en el muro y me buscaba con la mirada en el agua.

Vi que John le daba una palmadita en la espalda y me señalaba. Y también vi cómo soltaba aire al ver que estaba bien.

No sé porqué, pero estuve a punto de sonreír sino fuera porque Aaron apareció a mi lado y me distrajo.

-Estás loca -dijo entregándome el suero.

Bajé un poco el pantalón y me clavé sin miramientos la aguja en una nalga. Se la devolví y dije:-Pero lo he pillado, ¿no?

Él sonrió negando con la cabeza.

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Hola holaa pedazo hermos@s...

¿Mucho playeo por ahí? Si la respuesta es sí, espero que estés disfrutando como yo. Las vacaciones son lo mejorcito del mundo :D

Este capítulo es la «calma» que precede a una verdadera tormenta. Las tormentas no siempre son malas, aviso. A veces es la tormenta quien precede a la calma, como ya ha pasado. Hubo un enfrentamiento entre Arianna y Simon y ahora hay algo de calma. Es un círculo vicioso, es el gato comiéndose la cola. ¿Cuál crees que será la próxima tormenta?

Como sé lo fieles que sois, y como no sé si tenéis buena memoria, quería recordaros que tengo unas preciosas redes sociales en las que aunque haga publicidad de mis novelas, también actúo como la persona que soy (evidentemente), y soy bastante activista. En ellas os devuelvo el follow, y aquí las tenéis: Instagram: @ diosa_azul // Twitter: @ Diosa_AzulWP

¿Tienes ganas de más?, porque yo estoy deseando seguir por aquí :)

Besotes,
Diosa Azul xx

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