[31] No sabes cuánto.

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Capítulo 31. No sabes cuánto.

Anna

Las puertas del ascensor se abrieron y ambos nos despegamos de la pared para emprender el camino hacia nuestra habitación. No pillar a Malcolm me había hecho hervir de más la sangre.

Caminamos por el pasillo en silencio, yo porque no paraba de cavilar en cómo hacer para pillar al viejo cuanto antes y Aaron porque sabía que estaba pensando en ello.

–Anna, creo que deberías dormir y dejarlo para mañana –farfulló de repente.

–Si solo quisiera pillarlo por asesinato, esperaría, pero decenas de mujeres están siendo prostituidas por ese imbécil. ¿Quieres darles otra noche de sufrimiento?

Le cerré el pico de vez, porque inspiró profundamente y no me replicó.

–Si tú quieres dormir, hazlo, ya voy yo sola –añadí.

–No Anna, voy a acompañarte.

–¡Sé arreglármelas sola, tío! –exclamé un poco fuera de mí.

Él se pasó las manos por el rostro y le dije justo antes de dar la vuelta a la esquina para entrar en nuestra habitación:–Lo siento, pero es que esto me supera. Entre Simon, tú y Malcolm no puedo apenas respirar.

–Buenas noches –dijo una voz de repente.

Aaron y yo miramos al frente y nos encontramos con que Simon estaba parado al lado de nuestra puerta, supongo que esperándome.

Pero él no clavó sus ojos en mí, sino que sobre Aaron. Y Aaron sobre él. Y sus miradas no eran para nada amistosas.

Joder.

Para evitar que volasen puños y manos abiertas, posé una mano sobre el hombro de Aaron y le dije:–Ve a dormir, ya me encargo yo de Malcolm.

Él iba a rechistar, pero la miradita que le lancé le cerró, de nuevo, el pico. Le echó una última mirada a Simon antes de abrir la puerta, y Jones debió malinterpretar la situación porque le dijo:–El trabajo en equipo lo bordas.

Johnson se encendió rápido y le replicó:–En algo nos parecemos, ¿no? Delegamos todo en Anna, que se arregle ella sola con todo.

Cerré los ojos porque vislumbré lo que se avecinaba. Evidentemente, antes de que se produjese, intervine.

Con tono conciliador y empujando a Aaron para que entrase de una maldita vez a la habitación, dije:–Todos tenemos mucho que reprocharnos, pero yo tengo que pillar a un delincuente, así que, ¿qué os parece si cada uno se va para su camita y lo dejamos para mañana?

Simon se pasó un pulgar por el labio inferior y por un momento me planteé en dejar a Malcolm libre una noche más y llevarme a Simoncito a mi habitación, pero me contuve.

–Aaron, por favor –insistí, ya que mi compañero no dejaba de mirar desafiante a Simon.

Con mis palabras logré que me mirase y con mis ojos logré que dejase el tema. Se metió en la habitación y nos dejó a Simon y a mí solos.

–Simon, deberías irte a casa y dormir –le dije.

Él apoyó el hombro en la pared y, divertido, replicó:–¿Pero tú que piensas, que me acuesto con las gallinas?

Me pasé la lengua por los dientes para evitar sonreír. Ojalá eso me sirviera para evitar un bajón emocional, porque así, sin más, los ojos se me llenaron de lágrimas.

El rostro de Simon cambió tan radicalmente como el mío. Se acercó a mí y pasándome un dedo por la barbilla, hizo que lo mirase.

–Anna, ¿qué te pasa? –farfulló preocupado.

–Nada –susurré, y aparté la mirada hacia un lado. Inspiré profundamente y luego la bajé.

–Tú no lloras por nada –respondió con un nudo en la garganta.

Lo miré a los ojos y tragué saliva.

–Hace dos meses y pico... –empecé a decir– me emborraché con Aaron y nos acostamos. Desde aquello, la regla no me había bajado –me paré para tomar un poco de aire– y hoy lo ha hecho.

Apreté los labios y dejé que las lágrimas desapareciesen. Qué bien me hacía soltárselo todo a alguien. Y sobretodo que ese alguien fuera una de las personas que mejor me escuchaban.

–Llevas estos dos meses sin saber qué hacer y no se lo has contado a nadie, ¿verdad? –masculló.

No pude evitar que los ojos volvieran a humedecérseme.

Había estado a punto de quedarme embarazada, y si eso hubiese ocurrido, definitivamente me hundiría en lo más profundo de mi ser. No estaba preparada en absoluto para tener un hijo. En absoluto.

Miré a Jones a los ojos y suspiré. Él se había dado cuenta en solo unos segundos de que él era el primero en enterarse de mi preocupación, de que había dejado que una noche loca me comiera el coco y de que nunca me había desahogado.

–Dios, Simon, no sabes cómo te he echado de menos –musité.

Entonces él me rodeó con sus brazos y me susurró:–Yo también a ti. Muchísimo.

–Somos unos gilipollas –mascullé.

–Y no sabes cuánto.

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Oh là là... ¿Cómo te has quedado?

He pensado en no hacer el interrogatorio, porque hasta yo pienso que soy pesada, pero lo voy a hacer porque a muchas os gusta :) Antes de nada, quería agradeceros esas más de tres mil lecturas que hubo en el capítulo anterior, porque en solo una semana se logran las que en otras novelas tardan unas semanas o incluso un mes. Sobre los votos y comentarios os digo lo mismo. Muchísimas gracias de verdad ❤.

Interrogatorio:

1. ¿Crees que es cierto que Anna carga con todo?

2. ¿Te parece normal que ella se derrumbara delante de Simon?

3. ¿Te parece bonito que Simon sea tan comprensivo con ella? —como deberían ser tod@s con tod@s—

4. ¿¿¿TE HA GUSTADO EL CAPÍTULO HERMOS@ CREYENTE???

5. ¿¿Quieres más??

Besotes mis amores,
Diosa Azul xx

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Where stories live. Discover now