[29] Estoy que me muero.

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CAPÍTULO 29 ~ Estoy que me muero.

- ¡Anna! -mi padre asomó la cabeza por la puerta, un rayo de luz se estrelló en mis ojos e instantáneamente agarré un cojín para tapármelos.

- ¿Qué? -pregunté, mi voz áspera por la resaca y sorda por el cojín.

- Tenemos que hablar -y cerró la puerta.

Esa frase nunca me gustó, no me gusta y nunca me gustará.

Estrellé el cojín contra la pared, cabreada por tener que levantarme tan temprano el día de año nuevo.

Giré mi cabeza bruscamente para mirar la hora y recriminársela a mi padre, pero al instante el cabreo fue hacia mí. ¡Eran las cinco y media de la tarde!

Resoplé, y cerrando los ojos fuertemente para soportar el dolor de cabeza que se estaba despertando junto conmigo, me levanté de la cama.

- Papá, me estoy muriendo por dentro, ¿se puede saber por qué me haces esto? -pregunté pegándome a la pared del pasillo y mirando el sillón en el que estaba sentado.

- No te emborraches y verás como no te vuelve a pasar -replicó cortante, y yo tuve que tragar saliva por el miedo que su voz me producía.

- ¿He estrellado el coche en algún lado? ¿Atropellé a alguien? ¿Rompí algo con mis brazos y/o piernas cuando llegué? ¿La policía me pilló conduciendo borracha y volviste a sacarme de la cárcel? -empecé a recitar nerviosa, a lo que mi padre se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos y enarcando una ceja.

- No -contestó con su tono normal: relajado e indiferente-. Que yo sepa -agregó divertido, y yo suspiré de alivio.

- ¿Entonces qué ocurre? -pregunté sentándome en el sofá.

Mi móvil comenzó a vibrar, y con una expresión de disculpa, lo cogí.

- Apágalo -ordenó fríamente: de nuevo.

Obedecí inmediatamente.

- Papá, me estás preocupando.

- Es sobre tu madre -dijo, mi atención se había instalado plenamente en él-. Anna... -su voz se apagó, como si estuviera buscando las palabras exactas. Pero noté en sus ojos que estaba bloqueado, y, cuando estaba apunto de vislumbrar algo más, los cerró y lo soltó:- tu madre está viva.

Aparté la mirada de su expresión decaída y apreté los labios con fuerza, sintiendo que la sangre se iba de ellos.

Cuando mi madre "murió", al principio lloré, lloré mucho. Para calmar mi dolor, siempre soñé con que algún día volvería... Que volvería a abrazarme y a reñirme cuando no hiciera algo bien. Dejé que ese sueño se desvaneciera, porque era imposible, y me limité a echarla de menos.

Pero los sueños volvían de vez en cuando.

Imaginaba a mi madre, con su largo cabello oscuro recogido en un moño amarrado por un lápiz, sus manos cansadas por hacer esos estúpidos informes de los casos federales, sus ojos brillantes al verme llegar de la escuela...

Siempre soñé positivamente con ella, pero nunca me di cuenta de su traición. Había acabado con su vida por una estúpida relación amorosa de adolescentes entre su hija y el hijo de un gran mafioso.

No me di cuenta de ese odio oculto en mí hasta que oí a mi padre decirme que ella está viva.

- Me da igual. Ella no es mi madre -repliqué, y los ojos de mi padre me miraron sorprendidos por mi frialdad.

- Anna, por favor, ella no lo hizo por tu maldita relación con el hijo de los White. Ella lo hizo para protegerte. Sabía que si fingía su muerte, tú te sentirías culpable y romperías con tu novio. Ella, al trabajar en el FBI, se enteró de que los padres de Connor planeaban atacarte. Querían borrarte del mapa.

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Where stories live. Discover now