[24] Lo que nos da la gana.

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Capítulo 24. Lo que nos da la gana.

Arianna

Me incliné para dejar que la naturaleza siguiera su curso, pero el estornudo que tanto deseaba no salía.

La nariz cada vez me picaba más, y no era capaz de dejar que el maldito estornudo se produjese. Justo cuando la nariz dejó de picarme y los ojos de llorarme, volví a inclinarme, y esta vez sí, logré estornudar.

Noté que algo en mi boca se rajaba, y al llevarme la mano a los labios, noté que estaba sangrando. Pensar en mis labios no hizo más que recordarme a Connor.

Flashback

-Si vas a besarme, disfruta, porque va a ser la última vez que lo hagas -mascullé sin dejar de mirar sus ojos pardos.

Él acarició mi mejilla con un dedo y suspiró.

-No voy a besarte -dijo-. Aunque lo estoy deseando.

Algo en mi estómago se revolvió. Pero no le hice caso.

Su dedo recorrió rápido el espacio que había entre mi mejilla y mis labios, pero empezó a ralentizarse cuando los tocó. Los bordeó suavemente hasta llegar al centro, y decidió bajar hasta mi barbilla.

Entonces empecé a cavilar... ¿Por qué los besos que compartí con él siempre fueron tan candentes?

Algo en mi estómago volvió a revolverse. Pero volví a quitarle importancia.

-Ojalá nunca haya última vez entre nosotros -susurró, y mis tripas rugieron.

Me llevé la mano al vientre, y seguidamente -de forma involuntaria- me incliné y dejé que la tarta volviese a la mierda de lugar del que había venido.

Connor, como si alguien le hubiera cambiado el chip, agarró mi pelo y farfulló:

-Ya decía yo que esa tarta tenía mala pinta...

-Chico, la naturaleza siempre sigue su curso -mascullé aún con esa mierda en la boca.

Fin del flashback

Así fue nuestra despedida.

Así de guarra y nauseabunda.

Apreté los labios, -principalmente- para hacer que pararan de sangrar y para dejar de pensar que probablemente él me recuerde como una insolente y repulsiva ex novia.

Qué asco doy.

Angie

-Firme aquí -dijo la médica-. Y aquí -y señaló el final del documento. Mi madre hizo lo que le mandó y le devolvió el bolígrafo-. Perfecto. Ahora ya puedes marcharte de este terrible lugar. Seguro que lo odias -añadió dirigiéndose a mí, y yo sonreí.

-Gracias por todo -le dijo mi madre, y agarró las muletas que estaban apoyadas en la pared y me las tendió con amabilidad.

No iba a caer en su red. Que estuviera coja no significaba que dependiese de ella.

Al salir del hospital, Denise se fue hacia el coche, pero yo no me moví del sitio.

-¿A qué esperas? -preguntó girándose.

-Al taxi que llamé mientras te limabas las uñas. Se nota que sabes concentrarte en lo que te interesa -repliqué mirándola mal.

Ella se quedó parada, observándome, pero de repente, soltó como si nada:

-Haz lo que te dé la gana. Siempre lo haces.

Arianna

La azafata se acercó a mí y dijo con una voz suave:

Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora