[22] Mentiras, mentiras, y más mentiras.

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Capítulo 22. Mentiras, mentiras, y más mentiras.

Dallas

Tan pronto como paré el coche, Connor abrió la puerta sin importarle el rayar el que estaba al lado. Estuve a punto de reñirle, pero decidí callarme porque sabía que iba a perder la pelea.

Abrió la puerta de la parte de atrás y con cuidado, agarró a Anna entre sus brazos y empezó a caminar hacia el hospital. Mi corazón empezó a latir con rabia a medida de que me empezaba a dar cuenta de lo mucho que le estaba afectando esto a Connor. Él seguía enamorado de Anna.

Con un resoplido cerré la puerta y corrí hasta acercarme a ellos, pero Connor ni se inmutó por mi presencia. Cada vez que daba un paso miraba embelesadamente a la bella durmiente que tenía entre sus brazos, y su preocupación por ella no hizo más que encolerizarme aún más.

-Vais a caeros -mascullé entre dientes, y lo paré. Él me miró durante un par de segundos y se dispuso a marcharse, pero volví a pararlo-. Déjame llevarla a mí.

-¿En serio, Dallas? Vas a cogerla y vas a tirarla por ahí como si fuera un saco de pienso, ¿o crees que no te conozco?

-Connor, eres más listo que yo pero no más fuerte. Así que dámela o --

-¿O qué?

-Dios mío, ¿podéis callaros? -dijo la princesita elevando un poco la cabeza y abriendo un ojo, pero rápidamente se recostó y lo volvió a cerrar.

-Que decida ella -farfulló mi hermano volviendo a observarla con detenimiento.

Seguía teniendo las heridas de la pelea con el tío que casi nos mata. Unas heridas que se estaban diluyendo en su piel pero que aún eran visibles.

-Quiero tarta... Tarta de chocolate -musitó Anna, y yo rodé los ojos.

-Angie está... -empecé a decir, pero pronto me callé.

-Primero tienes que espabilar -Connor comenzó a caminar y vi que Anna abría un ojo y me miraba a medida que se alejaba de mí.

La última vez que la vi sus ojos irradiaban frialdad. Ahora irradiaban arrepentimiento.

Arianna

Después de zamparme un buen trozo de tarta, Connor me ayudó a llegar a la habitación de Angie.

Subimos hacia ella callados, yo no me sentía incómoda pero sabía que él lo estaba. Él piensa que en cualquier momento puedo tocarlo y hacer que baje rodando por las escaleras.

-Connor... -ronroneé con la garganta seca, y estiré las mangas de mi chaqueta para hacer que mis manos entrasen en calor.

Él no contestó, simplemente siguió subiendo los escalones, pero supe que estaba dispuesto a escucharme.

-Lo siento.

Abrió la puerta que daba al pasillo y salió sin ni siquiera mirarme. Siguió caminando unos cuantos metros y se paró en frente de la habitación 340, sin atreverse a entrar. Se giró y me observó con sus oscuros ojos, esperando a que le hablase con tosquedad de nuevo, pero no lo hice. Tampoco es que quisiera.

Se apartó y dejó que entrase en la habitación donde Angie descansaba. Miré por encima de mi hombro para saber si se quedaba, pero no era así. Antes de que cerrase la puerta, susurró algo que hizo que mis párpados temblasen.

-No lo sientas, todo fue mi culpa.

* * 1 día después * *

-¿Cómo era el hombre? -preguntó la agente sin dejar de anotar en un pequeño cuaderno.

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