Playboy, Devuélveme La Ropa © [#1, #2 y #3]

[Epílogo] Playboy, Devuélveme La Ropa.

EPÍLOGO ~ Playboy, Devuélveme La Ropa.

[ Acaba de leerlo antes de venir a matarme. ]

[ A N G I E ' S P O V ]

Apreté la mano de Dallas durante unos segundos, para después suavizar el agarre.

- ¿Estás nerviosa? -preguntó él, notablemente divertido.

- Quiero que vayamos en la misma clase... Ya sabes... Porque... -dejé la frase en el aire, entrecerrado los ojos, a ver si lo entendía.

- ¿Porque qué? -preguntó él, y esta situación me recordó a Anna y Simon hablando hace casi un año.

- Porque somos novios -contesté alargando las palabras.

- ¿Sabes qué? -preguntó mirándome fijamente-. Me alegro mucho de que hayas olvidado a Arianna.

- Sigue siendo mi hermana -repliqué-. Aunque no te caiga bien.

- No es que no me caiga bien -protestó en voz baja-. Simplemente me parece demasiado borde... sarcástica... prepotente... y... sincera.

- Como tú, ¿no? -ahora era yo la divertida.

- Como yo -afirmó asintiendo levemente con la cabeza y acercando sus labios a mi cuello.

- El director nos está mirando -mascullé apartándolo levemente.

- Me importa una mierda -susurró dándome un casto beso en la barbilla.

Giré lentamente mi cabeza al ver que el director dirigía la mirada al final de la sala.

Allí, sentada en una esquina, estaba Anna, rayando metódicamente la pantalla de su móvil con las uñas.

El director le hizo caso omiso, y por su mirada, deduje que él ya estaba acostumbrado a verla tan callada desde la marcha de Simon.

Antes Simon me caía mal... Ahora me cae peor.

- Empecemos -dijo el director agarrando los papeles que la secretaria le tendía-. Segundo de bachillerato A: Arianna Edwards; Angie Marie Tucker -me giré de nuevo lentamente, esperando ver una sonrisa de Arianna, pero ella ya se había ido. El director continuó con la lista, y cuando estaba por darme por vencida, pronunció su nombre-. Dallas White y... Connor White. Sarah -dijo el hombre dirigiéndose a la secretaria-. No están en orden alfabético -y empezó a reñirle por su poca profesionalidad.

Creo que nuestro instituto es el único que no tiene una secretaria que se acueste con el director.

* * *

El cálido aire de finales de verano azotaba mi rostro mientras recorría el cementerio con irrespetuosidad. «En los cementerios no se corre» -gruñía mi madre cada vez que veníamos a este cementerio para que Anna no sintiera que dejábamos a su madre de lado.

Pero ahora su madre no está muerta.

Y reconozco que es increíble que alguien pueda decir algo así.

Ralenticé el paso en cuanto vi la figura negra de alguien sentada en frente de una lápida gris.

Supe que era Anna cuando vi sus cabellos castaños atados revoltosamente en ese moño que ahora la caracterizaba.

Quise acercarme, pero el intenso pinchazo en el cuello que sentía cada vez que alguien me miraba, me hizo retroceder.

Un coche negro había aparcado junto a la acerca más próxima, casi escondiéndose entre los árboles. De él, una mujer alta -y debo admitir: guapa-, acababa de salir del coche.