Especial: *Las pruebas de los hijos de Atenea*

122 3 0
                                    

-Deseame suerte -le dije a Tía Artemisa.
-No la necesitas cielo, solo necesitas pensar.

Cuando llegué a la línea de partida, se escuchó en la arena

-Bien Héroes, ahora que todos han cruzado la línea de partida comienza la verdadera prueba patra todos. Comienza la cuenta regresiva.

Claro, debí imaginarme algo así, vamos, ¿Qué es un reto propuesto por los Olímpicos sin un cronómetro que constantemente te recuerda que si fallas en la misión el mundo puede ser destruido? Nada, absolutamente nada divertido. Pensé con ironía al escuchar cómo crujía la tierra por detrás de mí. Sin embargo no podía dejar de correr, al menos la primera parte era fácil, solo debía escalar el muro.

Cuando llegué a la sima no lo dudé y me tiré por la ladera, mientras caía fué que pude darme cuenta de las partes en las que consistía la arena de las cazadoras:

1.- El muro para escalar.
2.-Un bosque de noche.
3.-Un Acantilado.
4.-El Desierto.
5.-Campos de siembra.
6.-El mar.
7.-Un laberinto.

Estaba segura de que había más, pero al menos fué lo que alcancé a ver antes de que los árboles taparan mi vista. No estaba segura de qué había en el bosque, pero seguro no era nada amistoso, así que inmediatamente que toqué tierra eché a correr en lo que me pareció era línea recta, ya llevaba un buen tramo recorrido, cuando escuché ruidos, no paré de correr, pero no necesitaba pararme para ser encontrada.

Normalmente mi olor a semidiosa atraia gran cantidad de mostruos, así que en realida no me sorprendía al verme rodeada de Arpías, revoloteában por ensima de mi cabeza, entonces comencé a recordar todo lo que sabía de Aarpías.

Zeus había castigado a Phineus haciendo que ellas robaran su comida... así que si comida era lo único que ellas querían... alcé mis manos en señal de paz, no tenía armas desfundadas, así que por ese lado no tenía problemas, poco a poco ellas bajaron y comenzaron a olfatearme como sabuesos de búsqueda.

No es que no apreciara que tres Arpías roba-comida me estuvieran olfateando tratando de encontrar algo que comer, pero tenía problemas más inmediatos, como una arena en destrucción.

Miraba nerviosa hacia el bosque temiendo lo peor. Entonces las Arpías parecieron considerar que efectivamente no tenía nada que robar y alzaron vuelo, pero no de regreso al bosque, sino al lado contrario, tenía el debil presentimiento de que volvería a encontrarmelas más adelante, aún sin darle mucha importancia al tema eché a correr el resto del tramo hasta llegar al acantilado.

<<Bien Lyra, esa fué fácil>> Pensé.

Cuando llegué al acantilado comencé a analizarlo con cautela, todo estaba en silencio así que pude escuchar perfectamente ruidos procedentes del acantilado, echpe un vistazo y me dí cuenta de que eran cíclopes, si los dejaba llegar, tardaría Eones en vencer a uno, y siendo honestas, andaba algo corta de tiempo...

Armándome de valor retrocedí unos pasos y corrí hasta tirarme ensima de un cíclope, que enojado, me quitó de ensima como a un insecto aventándome hacia atrás, pero que, en mi caso, significaba avanzar al desierto.

Como decía... no hay diversión si en cada prueba no hay algo más peligroso que en la anterior. Enseguida escuché a las aves de Estínfalo dirigiéndose hacia mí, heché a correr, si Heracles no había podido con ellas con su arco, yo no tenía mucha oportunidad con ellas sin arma alguna, ¿Qué decía ese mito sobre cómo derrotarlas? Mi madre había ayudado a Héracles en esa ocación. ¿Pero cómo?

No podía dejar de correr, necesitaba cruzar el desierto sana y salva, comencé a tantear el bolsillo de mi pantalón buscando algo, no sé qué exactamente... entonces me dí cuenta de que cada que movía mi mano las aves chillaban... ¡Exacto! ¿Cómo pude haberlo olvidado?... Tal vez yo no tuviera un cascabel conmigo en ese momento, pero sabía quien traía uno siempre.

El Secreto del Olimpo |CRUDET 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora