Promesa Pendiente

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Si hay un lugar en el que jamás me imaginé estar, fue con mi cabeza colgando a centímetros del río Aqueroonte, y con una muy enojada Gienah empuñando un cuchillo en mi garganta.

Si lo miraba bien, tenía sentido... sin embargo, había algo que no dejaba de decirme que tal vez, solo tal vez, Gienny se estaba tomando las cosas peor de lo que parecían.

—Tú siempre fuste la preferida, siempre te dieron el lugar, porque eres su esperanza —dijo con la voz cargada de odio.
—Si lo que quieres es que odie, creo que te equivocaste de río —dije con la voz forzada.
—Aquí la que tiene menos posibilidades de las dos eres tú —dijo entre dientes.
—Siendo honestas, no creo que Cerbero quiera matar a la única amiga que juega con él —de reojo podía ver a Vella peleando con Cerbero. Sin embargo, lo que había dicho era cierto. Ellos habían entrado en disputa, porque Gienah había obligado a su mascota a atacarme y Vella no lo permitió.

—¿No te parece que esta conversación podría ser más civilizada? —le pregunté a Gienah.
—¿Y qué ganaría con ello?
—Una explicación antes de volverme un alma en pena —le dije convincentemente.

Ella parecio considerarlo.

—Bien —dijo levantándose y guardando su cuchillo en su cinturón— si no me gusta, siempre puedo tirarte primero al Lete —agregó encogiédose de hombros.
—Es un trato justo —admití levantándome también.

Por petición de Gienah tomamos dirección haca el río Lete.

—Ahora... creo que tengo ánimos de escucharte, sin embargo, tengo más ánimos de que primero me escuches tú.
—Te lo debo, así que adelante.
—Desde que era una bebé, comí de los malditos frutos de este lugar, el plan perfecto para que jamás tuviera que abandonarlo. Sufrí la soledad por años —dijo tranquila— y las visitas ocacionales de gente buena que me contaba historias de la superficie... ¿Y tú? tú viviste arriba, y venir aquí para tí fue una aventura más... ¿Qué se siente ser la concentida del Olimpo Lyra?

—No es lo que crees realmente —dije admitiendo la verdad— no me tiene cerca solo porque yo pueda ser su esperanza Gienah, ellos me mantiene cerca, porque con la misma facilidad que puedo ser su esperanza, puedo ser su peor maldición. Sé que me quieren, pero sé que me temen y no es agradable.
—Para mí es suficiente —dijo con superioridad.
—No si lo que pretendes es tener una familia.
—Tú me engañaste, ¿Sabes lo difícil que fue engañar a mi padre, para que creyera que Heraldi estaba muerta? —preguntó con resentimiento.
—Estoy consciente, pero debes entender que era necesario Gienah.
—¿Qué tanto estás dispuesta a sacrificar por tu supervivencia? —me preguntó entrecerrando los ojos.

—Mi supervivencia bien puede quedarse en el Tártaro, realmente no me importa, lo único que quiero es mantener con vida a mi familia.
—Y estabas dispuesta a engañarme para lograrlo... ¿Después de que yo confié en tí? ¿De que te entregué toda mi confianza? Todas mis esperanzas de salir las deposité en tí y tú nunca hiciste nada para ayudarme.

—No eras la única Gienah, debía ayudar a otra de mis amigas primero... debía descubrir cómo sacarla de su prisión, y ella me ayudaria a sacarte de la tuya. Si ella podía librar a la muerte, tú podrías aún en la superficie. Pero la paciencia es algo que nadie te enseñó a cultivar.

—Oh claro, podías ayudar a Heraldi a escapar pero no a mí, ¿Quién iba a querer ayudarme a mí? Nadie obviamente.
—Te prometí una explicación, ahí la tienes, no podía encontrar la manera de sacarte de aquí, a menos que primero lograra sacarla a ella, ella también requiere de la fuerza vital de su jaula, y era menos arriesgado sacarla a ella que a tí, si lo intentaba contigo, corríamos el riesgo de que murieras, y eso fue justo lo que pasó porque eres una necia.

—¿Qué ganabas devolviéndome mi alma? ¿Por qué interrumpiste mi viaje? —me gritó enojada.
—Al parecer solo una nueva enemiga...

Ella se paró en seco, y yo bajé mi mirada al piso.

—Cumpliré mi promesa, volveré, y cuando lo haga, será con la forma de sacarte de aquí. Mientras logro eso, procura no volverte tan mala como todos esperan que seas. Tengo confianza en tí Deneb, y la tengo bien puesta, confío en lo que eres, no en lo que todos quieren que seas, ellos te ven como un monstruo, pero es solo tu desición si los dejas acertar en su predicción.

Con eso comencé a caminar en sentido opuesto, mis discuciones con Gienah siempre terminaban mal. Técnicamente era la única forma posible, dado que todo entre nosotras había comenzado mal. Sí, había traicionado a Gienah haciendo que engañara a Hades, pero era necesario, y era algo que Gienah aún no entendía. Solo esperaba que punto número uno, no me siguiera, punto dos, no me matara y punto tres, creyera en mí una vez más. Así como yo había creido en ella, el que hubiera caido en el Lete, no significaba que había borrado y todos los malos ratos y circunstancias, ella no era mala, y esperaba que se mantuviera así, ya que verla cerca del río Lete era lo que menos deseaba, no quería que se volviera a caer dentro. No quería que olvidara, no ahora que seguía de cierta forma, un camino no tan obscuro.


El Secreto del Olimpo |CRUDET 1|Where stories live. Discover now