Tratos

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No tenía intensiones de tocar, relamente necesitaba hacer esto rápido... y siendo honestas, ninguna de las dos fue muy dada a los protocolos nunca. Caminé sin decoro y con la guardia alta, estaba sola, jamás me arriesgaría a traer aquí a nadie, Percy seguramente estaba almorzando con los chicos en algún lindo jardín, por lo que no me preocupaba. Debía admitir que estaba celosa, desde que el Novato tenía novia me ponía a mí en segundo término, sin embargo lo entendía. Percy merecía ser feliz, muy feliz. Y yo no era nadie para negarle eso. <<Aún sabiendolo sabes que sientes celos de ella>> recordaba esas palabras y me daba cuenta de que tenían razón.

Continue caminando por el lugar, de verdad yo no entendía cómo Luke se había empeñado en crearnos un infierno cuando... el solo hecho de estar en este lugar ya lo era. Nico vigilaba la entrada junto a Vella y la Sra. O'Leary, solo en caso de necesitar un plan de huida, sin embargo, estaba de visita pacífica, lo único que necesitaba era que mi anfitriona estuviera de buen humor.

Era conciente de que muchos me veían sin embargo, sabían reconocer una buena arma al verla, y sabían que iba cubierta de ellas, por lo que nadie se atrevía a atacarme. Cuando llegué a la puerta toqué con ganas.

—No estoy en casa —contestó una voz cantarinamente amenazante. Esa era mi señal de entrada.
—Y yo no estoy entrando —dije al tiempo que cerraba la puerta tras de mí.
—¿A que has venido Lyra? ¿A mutilarme de nuevo?
—No —le respondí tranquila— sabes bien que esa no es mi labor... solo he venido a hacer un trato contigo.
—¿Y que te hace pensar que yo quiero hacer tratos contigo niña?
—Bueno... quería hacerlo por la forma educada, pero viendo las circunstancias... creo que tomaré la forma... mala —dije sonriendo con malicia.

—Te escucho... —dijo mientras bailaba los dedos unos con otros— esto se pone interesante... y asumo que tu madre no sabe que estás aquí.
—Estoy segura que el trato te interesa. Sobre lo segundo, sabes bien que yo no le respondo a Atenea.
—Que duro es escuchar eso para una madre, incluso una tan desnaturalizada como Atenea.
—Tú no tienes mucho que decir ¿O sí? —le dije con sorna.
—No, tienes razón. ¿Qué es lo que quieres niña?

—Creo que ya lo sabes. Tú lo tienes, tú lo robaste personalmente de su joyero en el Olimpo.
—Claro —dijo como intentando hacer memoria— creo que tengo algo así...
—Podría decirle en este momento dónde estás a tu preciado tesoro...
—Bien, bien —dijo derrotada— te lo daré, pero solo si me respondes... ¿Para qué lo quieres Lyra? Tu ya eres la mejor estratega, no necesitas nada encantado de Atenea.
—Para lo que lo ocupe, es algo que no te incumbe, solo te diré que no pienso usarlo.

Ella rió con ganas, una risa escalofriante.

—Chica lista... siempre lo he dicho —se levantó y se metió a una habitación. Cuando salió traía consigo, un paquete envuelto en un trapo.
—¿Te importaría si lo reviso? —le pregunté.
—Realmente sí cariño, ¿Es que acaso no confías en mí?
—Me estoy desesperando, ya deberías saber que no soy muy paciente...
—Lo se cielo, la paciencia es algo que nunca caracterizó a tu madre —y luego mirándome entre sombras agregó— sin embargo eres más paciente que ella. Revisa tu paquete Lyra.

Destapé con cuidado el paquete y aún con esa cosa en la mano, pero sin tocarlo, lo aventé hasta el centro del patio a travez de la ventana, y el efecto esperado pasó.Otra prueba de que hasta la Diosa Atenea, tenía sus momentos de debilidad.

Sonreí.

—Y otra cosa... sé que tú tienes su collar, sé que lo recogiste cuando ella lo despreció —esta vez no hablaba de forma autoritaria, hablaba con tacto y cuidado.
—Quería conservarlo, como un recordatorio de que nadie está a gusto con lo que tiene.
—Ese... bueno, ese si quería pedirte que me lo dieras, significa mucho para mí.

Ella se desabrichó el collar que llevaba al cuello y suspiró.

—Te lo doy unicamente porque sé que le lastimará verte usándolo —dijo con falsa sorna.

Corrí y la abracé, ella se sorprendió bastante y tardó en devolverme el abrazo, sin embargo al final lo hizo.

—Ella dijo hace un tiempo, que si pudiera, te daría uno —le dije cuando aún me tenía abrazada, luego me solté delicadamente de su abrazo y caminé hacia la puerta con el collar en la mano. Me detuve en la puerta y me giré hacia ella.

—Creí que te agradaría tenerlo —le  dije lanzándole un pequeño objeto que saqué de la bolsa de mis jeans, ella lo atrapó en el aire y lo miró.
—La última vez que lo ví, lo tenía Annabeth Chase en el campamento, lo jugaba entre sus dedos, lo que me deja pensandi en dos cosas.... número uno, cómo lo obtubo, y dos, cómo es que ahora lo tienes tú ¿Acaso lo robaste?

—Respondiendo al primer punto, debes tener en cuenta que estaba en Pennsylvania —ella puso cara de asombro— deben aprender a no subestimarnos —dije riendo— y dos, no es robo si ella lo robó de mi casa primero, técnicamente, solo recuperé algo que estaba en mi casa inicialmente —dije sonríendole cómplice, sonrisa que ella me devolvió. Sabía que realmente no era tan mala como todos creian.

—Gracias Tía Eme, no merecías lo que Atenea te hizo... no eres totalmente culpable, sin embargo ella no admitirá nunca eso.
—De nada Lyra —dijo con un poco de cariño en la voz, luego regreso al tono amenazante— Ahora lárgate si no quieres terminar petrificada.

No pude evitar que una sonrisa apareciera en mi rostro al escuchar nuestra broma, salí por la puerta, ya recogería la corona de olivos de pasada.

El Secreto del Olimpo |CRUDET 1|Where stories live. Discover now