Capítulo 1: Vestirse para la ocasión

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Dulce se miró en el espejo de su tocador frunciendo el ceño para ver si le faltaba algo.

Estaba lista.

Giró la cabeza hacia su cama con melancolía. Tenía sueño y quería acostarse a leer un libro, escuchar música hasta quedarse dormida o ver una de esas películas bien romanticonas de finales felices y lagrimas obligatorias. La gloria de todas las noches como esas en las que su cuerpo estaba cansado luego de estar a punto de terminar una semana agotadora de universidad. Pero no... tenía que acompañar a su hermano por las calles hasta no sabía a qué hora de la madrugada.

¿Cómo se iría a levantar el día de mañana? Con unas ojeras terribles y un humor de perros. El cual caería completamente sobre su hermano.

Sintió como tocaron la puerta de su habitación.

-¡Pase!- gritó.

Luciano se asomó con una sonrisa que Dulce vislumbró por el espejo. Su hermano, un tiro al aire que todavía no sabía controlar su vida y siempre se salía con la suya. El tenía el carisma que a ella le faltaba y ella tenía el orden que el carecía. Podía ser un poco inmaduro y todavía la molestaba un poco pero lo amaba con toda su vida.

-¿Estás lista?- preguntó entrando con total confianza.

-Lamentablemente si-.

Dulce se paró de la silla y tomó el banano con lo que creía que era necesario para la ocasión; dinero, su cédula de identidad y su celular.

Su hermano la miró de arriba hacia abajo y lanzó una carcajada -¿Pero tú estás loca?-.

-¿Qué? -preguntó sin entender nada y mirándose al ver si tenía una mancha o algo- ¿Por qué?-.

-¿Cómo vas a ir vestida así? Parece que quieres llamar la atención en vez de ocultarla, sabes que lo que estamos haciendo debe de pasar desapercibido y si tú caminas así por la calle no avanzaremos ni dos cuadras y ya seremos descubiertos por alguna persona que te confunda con una de las Ángeles de Charlie-.

Dulce se miró ¿Ángeles de Charlie? Ese traje de cuero completo siempre lo había querido usar y ahora sentía que era la ocasión ideal.

-¿Y cómo quieres que vaya entonces?-.

-Con ropa normal ¿Tienes no?-.

Su hermana se cruzó de brazos.

-Unos jeans y un hoodie estarán bien si hay que correr- le aconsejo.

Dulce se miró una vez más... quizás tenía razón. Correr con esa cosa no sería tan buena idea. El sudor y el cuero jamás habían sido cinco minutos.

-Saldré en cinco minutos- suspiró derrotada.

-Está bien -sonrió- ¿Y después de eso me ayudas a limpiar la cámara?-.

Ella levantó una ceja  -Esa si que no te la hago, hazlo mientras yo me visto-.

-No perdía nada con intentarlo- le guiñó el ojo.

Salió de la pieza y ella se miró al espejo nuevamente.

Tendría que esperar para otra ocasión.





Diez minutos después Dulce bajo las escaleras. Ambos estaban solos, sus padres estaban dando unas conferencias en Alemania acerca de su nuevo libro y Marta ya se había ido hace bastante.

Por supuesto que se había ido ¡Era malditamente tarde! Otro recordatorio de que debería estar en su cama viendo Diario de una pasión.

Se guardó el enojo para sacarlo todo después de esta salida que estaba un 97% segura de que sería un fracaso. Encontrar a personas haciendo arte callejero era como encontrar una aguja en un pajar.

Luciano no se había percatado de la presencia de su hermana, estaba muy concentrado en el celular

-¿Quién es la mujer que tiene tu corazón por este mes?- preguntó graciosa.

Con 19 años, buen cuerpo, buen carisma y buena cara. A Luciano le caían lluvia de mujeres y no se quejaba. Siempre decía que tenía que disfrutar de todos los momentos de la vida.

El lanzó una sonrisa pero no la miró.

Se acarició la barbilla -Rosario-.

-¿Rosario?-.

-Estudia Arte-.

-¿Y ella fue la que te metió en la cabeza está loca idea?- preguntó atando los cabos de porque había salido con eso de un día para otro.

-Solo me dio una idea ¡Pero ha sido la mejor!- se defendió.

Dulce se tragó nuevamente su respuesta a ese comentario. Seguramente la montaña de sandeces que le tiraría a su hermano sería gigante.

-¿Es bonita?- preguntó en vez.

-Preciosa-.

-¿Enamorado?- preguntó con los ojos abiertos.

-Ni cerca-.

-¿Y ella?-.

-No creo Dulce, estamos recién conociéndonos-.

Ella asintió. Parecía que la relación no duraría mucho.

-¿Limpiaste la cámara?-.

El asintió y guardó su teléfono en su bolsillo.

-¿Así qué estás seguro de ir así con el alma abierta a ver si alguien nos quiere ayudar con el trabajo?- preguntó tratando de abrirle un poco los ojos ante el milagro que estaba esperando.

El negó con la cabeza -No creo que alguno quiera hacerlo voluntariamente... pero igual no mostraremos sus identidades así que supongo que no habrá problema con ello-.

-Sabes que si nos pillan tendremos un gran problema. No sabemos lo que pueden llegar a hacer-.

¿Qué pasaba si esas personas andaban con pistolas o algún arma punzante?

Sería una lástima que su vida terminara de esa manera.

Niña linda muere por querer sacarle fotos a delincuentes callejeros dirían los noticieros.

¡Que horrible!

-Por favor Dulce, no hagas drama ¿Si? Ya se todo el peligro que corremos por hacer esto, pero realmente lo necesito-.

-Si, ya se, el mejor trabajo de tu vida- suspiró repitiendo lo que por tanto tiempo se había pasado diciendo.

Otra cosita más para la montaña.

-Y por favor no me grites cuando me des instrucciones-.

-Si, si, no subiré la voz-.

El levantó una ceja.

-¡Te lo juro!- exclamó.

El lanzó una sonrisa y Dulce rodó los ojos.

-Te lo juro- dijo nuevamente sin gritar.

-Perfecto, ya se nos hace tarde ¿Vamos?- preguntó tomando el bolso de la cámara.

-Como si hubiera otra opción- comentó por lo bajo antes de seguirlo hacia la puerta.

Al cerrarla Luciano la miró con detenimiento y le tomó la oreja al ver el reflejo de la luna en sus aros.

-Estas loco si crees que me voy a sacar mis aritos de perla, no va a hacer alguna diferencia- reclamó al ver lo que iba a estar a punto de decir.

No. Con sus aros de perla no.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Where stories live. Discover now