Capítulo 6: Nuevas amistades

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Christopher tomó la mano de Dulce para que corriera.

Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Inspirar por la nariz, botar por la boca. Manos abiertas para que no se te hinchen las manos. Posición derecha para que no te duelan los órganos internos.

-¡Corre más rápido!- le gritó Christopher.

Dulce aceleró su trote lo más que pudo, pero no era suficiente. Christopher refunfuñó por lo bajo y se metió a un callejón oscuro sin salida. Los iban a atrapar, era obvio. Dulce por primera vez en su vida supo lo que era desesperación.

Pero Christopher se posó al frente de un hombre gigante que Dulce no había visto porque todo estaba en completa oscuridad. Le sacaba dos cabezas a Chris y no quería ni contar cuantas a ella.

El hombre miró a Christopher y asintió. Abrió la puerta y Chris la metió rápidamente. Era una especie de pasillo en donde la música que se escuchaba desde afuera tomaba más fuerza. Era la parte trasera de un antro.

Christopher la siguió tirando hacia adentro, pero ya con más tranquilidad. Pasaron una puerta y había gente apoyada en las paredes. La música sonaba en los oídos de Dulce de manera atronadora.

Pocas veces había ido a lugares así por lo mismo. Prefería ir a bares donde la música era más leve y, para que decirlo, pero había gente más sofisticada de la que se veía ahí.

El detuvo la marcha abruptamente y la pegó a la pared. La estaba mirando furioso.

-¡Cómo no se te ocurre correr! -empezó a gritarle- Estabas ahí parada como... -lo que decía se perdía con la música- ... ¡Pude arrojar mi trasero a la cárcel por ti! Yo sabía que no... pero estos insistieron en que... y tú que pareces... ¡Sigo sin entender que haces aquí!-.

Dulce lo miraba graciosa. Sabía que la estaba insultando y le hubiera molestado a mares, pero lo que acababa de vivir ¡Dios, nunca había experimentado una especie de adrenalina así! No había sabido lo que era el miedo hasta ese momento. Todavía tenía el corazón acelerado.

Estaban a salvo y a Dulce le supo a gloria. Elaboró una sonrisa.

-Créeme que yo tampoco-.

Christopher se quedó de piedra al ver la reacción de Dulce. Inesperadamente él sonrió también y negó con la cabeza. Y pronunció algo que Dulce no pudo entender.

-¡¿Qué?!- preguntó.

El se acercó hacia su oreja y ahí Dulce se quedó con la piel chinita al sentir su aliento cerca de su cuello.

-Que hay que llamar a los otros, deben estar dando vuelta en las calles buscándonos con el auto-.

Dulce asintió y el no le soltó la mano para guiarla hacia adentro del antro.

Ella miró alrededor. La gente bailaba, tomaba, arriba había un Dj que controlaba la música. Mucha gente, mucha incomodidad.

Luego salieron del antro entre leves empujones de la gente que bailaba y algunos pisotones.

¡Al fin! Aire libre.

-Princesita- dijo.

-¿Qué?-.

-Ya puedes soltarme la mano, no estamos en peligro-.

Dulce soltó rápidamente su mano de la de él.

Christopher rió -Llamaré a Oscarín-.

-Se que se llama Oscar y que tú te llamas Christopher, Toph. No tienes porque decirme sobrenombres-.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Onde histórias criam vida. Descubra agora