Capítulo 94: ¿Te llevo?

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Christopher miró hacia afuera y luego miró la mesa de Dulce con un ceño de preocupación. Ellos seguían ahí y la noche era demasiada fría.

Hace más tiempo del que le hubiera gustado admitir se le había ocurrido llevarla a su casa en el VAZ.  Sinceramente había saltado en el momento en el que supo que se iba a devolver sola. Pero se contuvo de decirlo.

Se acordó de Octavia y la charla que habían tenido hace algunos días.

Odiaba a su amiga por ponerle dudas en su vida.

Quería estar tranquilo, pero por más que lo intentaba no podía.

La oportunidad que le había llegado la estaba meditando. Estaba en esa etapa de pensar los pros y contra de la situación en general.

No podía engañarse y sabía que una gran parte de la decisión era por Dulce. Pero no solo era por ella, porque sabía que si hubiera sido como las antiguas propuestas no la hubiera aceptado. Le gustaba la idea de poder hacer lo que le gustaba desde un ámbito más mundial. Además la carta decía que él tendría que trabajar en incógnito...

Eran propuestas echas para él.

Pero todavía lo estaba pensando. Estaba su madre, sus amigos y... bueno ese trabajo en el cual le pagaban un moco comparado con el de la cafetería.

Sintió un movimiento en la mesa de Dulce. Se estaban parando para irse. Vio la hora nuevamente. Quedaban veinte minutos para que su turno terminara.

Bueno. Quizá era una señal. Se agachó a limpiar la mesa para parecer que estaba ocupado en otra cosa.

Sintió exactamente el momento en el que Dulce posó sus ojos en él. Se esperó dos segundos y luego levantó la cabeza. Estaba parada detrás de sus amigos mirando de espaldas.

El le lanzó un pequeño movimiento de mano como despido y ella le dio otro un poco desilusionada de vuelta.

La chica se dio vuelta y Christopher soltó la respiración.

Ya fue.

Maldita sea.

Era extraña la vida.

Miró hacia arriba nuevamente y vio cómo Dulce se acercaba a un mesero que atendía las mesas al lado del cristal. Raimundo.

Christopher se tensó.

Ella le dijo algo y el rió. Le respondió con una sonrisa y ella asintió con una también.

Tranquilízate se dijo a sí mismo.

Nada estaba pasando. Y si estaba pasando... no era de su incumbencia.

Dulce le asintió y luego se fue.

No te incumbe se recordó. Ya no tenía que ver con su vida. Aunque algún día hubiera sido.

-¿Por qué hablabas con ella?- preguntó Christopher.

¿Cuándo había llegado al lado de Raimundo?

El mesero sonrió.

-Me preguntó por los taxis que pasaban por acá-.

-Ah...-.

Obvio maldito perseguido.

-Y por mi número-.

Christopher abrió los ojos como platos.

-¿Qué?- preguntó sin evitarlo.

Raimundo se echó a reír -Es broma hombre, si te vi lanzándote miraditas con ella y tú sabes que yo respeto eso ¿Eh? Se nota que le gustas ¿Por qué no la alcanzas y le pasas tu número? Que sabes tú si te sale una sorpresa por ahí...-.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Where stories live. Discover now