Capítulo 60: Podrido por dentro

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-¿Puedes dejar de mirarme y marcharte?- pidió incomoda tapándose con la sabana todavía deshecha del día anterior. Tenía miedo. Miedo de que si se movía el podía hacer algo.

Raúl suspiro y se acercó a ella con lentitud -¿Te acuerdas...? ¿Te acuerdas de que bien la pasábamos juntos?-.

-No Raúl... ¿Te puedes ir por favor?- pidió más nerviosa por su constante proximidad.

Él negó con la cabeza y lanzó una pequeña sonrisa. Estaba a tan solo unos pocos pasos de ella.

-Christopher llegará en cualquier momento- lo amenazó como última opción.

Lo único que podía ver en ese momento eran sus ojos azules... inyectados en rojo, llenos de pensamientos que no quería saber. Solo esos ojos llenaban su mente, paralizado y desechando cualquier otro pensamientos ¿Dónde estaban sus clases de karate cuando las necesitaba?

Sin evitarlo, el pánico se estaba apoderando de ella y no la dejaba pensar con claridad.

-Sh sh sh -le puso un dedo en la boca- no arruines este momento, deje el pestillo en la puerta, Christopher no podrá entrar-.

Su aliento apestaba a alcohol.

-Raúl por favor vete- suplicó.

-Se que quieres...- pasó sus dedos por la clavícula de Dulce.

Entre la niebla espumosa de su cerebro Dulce tuvo una pequeña luz. Se acordó de algo que le había dicho una amiga de la escuela un día que habían ido a su primera fiesta con chicos más grandes.

No hagas movimientos bruscos en contra de ellos, eso hace que se tienten más, sobre todo si están borrachos.

En ese entonces solo tenían quince años y su amiga se había informado en páginas de internet acerca de que hacer en casos de acoso ya que esa semana en las noticias había salido un caso de una niña que había sido abusada por un hombre.

Pero Dulce le había dicho que no se preocupara, porque sus amigos eran gente bien. Sin embargo, seis años después aquí estaba.

Además de ser uno de sus mejores amigos y ex novio, era de la élite del Tecnológico.

Se imagino a su amiga ya desaparecida de su vida volviendo para decirle -Te lo dije, aquí no se puede confiar en nadie-.

Si hubiera podido se hubiera golpeado mentalmente ¿Cómo era que pensaba en esas tonterías y se acordaba de ese inservible consejo solamente?

-No, no quiero- dijo firmemente.

-Ay preciosa... si te gusta, te gustaba, gritabas mi nombre y yo el tuyo. Mmmmmm que buenos tiempos- pasó su nariz por la mandíbula de la chica. Ella cerró los ojos y sintió como su pecho tiritaba.

Terror.

El le dio un pequeño beso por debajo de la oreja y Dulce no pudo resistirse a empujarlo.

No hagas movimientos bruscos en contra de ellos, eso hace que se tienten más, sobre todo si están borrachos.

El la tomó con manos que no parecían de una persona bajos los efectos del alcohol y la empujó hacia la cama con brusquedad.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora