Capítulo 49: De las dos partes

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Cuando Dulce llegó a su casa ya estaba llorando a moco tendido ¡Odiaba ser tan a flor de piel con todas estas cosas!

Estacionó el auto y entro por la cocina sin percatarse que Marta estaba trapeando el piso.

-Ay por dios niña más cuidado que luego tengo que... -paró al verla con su cara llena de lágrimas- Ay señorita Dulce -dijo sin saber muy bien que hacer poniéndose nerviosa.

-No se preocupe- dijo tratando de formar una sonrisa.

-Le prepararé un té de manzanilla-.

Dulce asintió y se sentó ¿Y si quizás se había ilusionado demasiado? Había sido una muy linda semana, pero ella sabía cómo era Christopher, o por lo menos como lo había sido con ella al principio. Si el le hubiera dicho eso hace unos meses atrás seguramente se le hubiera plantado en la cara y le hubiera dicho un buen de cosas, pero como ahora estaban juntos... bueno, había bajado la guardia y escuchar todas esas palabras, había sido una verdadera sorpresa.

-¿Está usted embarazada?- preguntó Marta poniéndole la taza en frente de ella.

-¿Qué? ¿No? ¿Qué? -negó tratando de apartar esa loca, loca propuesta de la cabeza- ¿Por qué piensa eso?- preguntó ¿Por qué todos piensan eso?

-Es que ayer vi un documental de madres adolescentes y... ay, que como usted con ese niño... pues ya sabe, digo... y en el estado en el cual se encuentra usted, se parece mucho al de la niña de ayer -se trató de explicar tratando de no ponerse roja como un tomate- se que las relaciones ahora son mucho más diferentes, pero bueno... digo-.

-Tranquila señora Marta que si ve a un demonio corriendo por estos lares será por culpa de mi hermano- quiso zanjar el tema.

-Si -río- ese es todo un loquillo.... em, pues que lindo tiene el pelo hoy ¿Se hizo algo?- preguntó tratando de animarla.

Dulce lanzó una media sonrisa forzosa -Si, fui a la peluquería hoy-.

-Oh que bella... bueno, tengo que seguir trabajando, así que la dejo sola- dijo saliendo de la cocina, entendiendo que prefería estar sola, porque o si no, de seguro le hubiera dado un discurso gigante de toda su aventura con el peluquero.

Dulce miro la taza humeante y se quedó en silencio tratando de zanjar y concluir sus sentimientos que rondaban como locos por su cabeza. No tenía porque estar triste ¡Tenía que estar furiosa! ¡Si! ¡Eso! ¿Quién se creía que era si la trataba de esa manera? No debía porque estar llorando como una débil, sino que todo lo contrario. La había insultado y ella no se había defendido... le hubiera gustado quedarse en la cafetería para pegarle el doble de fuerte o tirarle alguna crítica sobre su ferviente inmadurez, por su sentido del humor y su obstinada idea de querer estar contra el sistema y bla bla, su etapa anarquista ya había pasado ¡Que se diera cuenta como era el mundo! Que no podía cambiarlo con sus pensamientos e insultos hacia personas porque de esa manera no lograba nada...

¿Pero a quién le mentía? Le encantaba su sentido del humor pesado, extraño e irónico y su forma de ser... maldita sea. Le gustaban !Le encantaban!

¡Pero no por eso no iba a dejar todo de lado! se recordó. El le había dicho feas palabras... y eso no iba a pasar desapercibido para ella.

Marta tenía razón. Necesitaba ese te de manzanilla para calmar los nervios.

Acercó la taza a sus labios...

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora