Capítulo 61: Como una ciruela arrugada

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Dulce abrió los ojos con pereza. Estaba cansada, habían sido unos días difíciles. Seis días habían pasado desde que se habían ido de la playa, seis días desde que Raúl se había querido aprovechar de ella, seis días desde que le había dicho te amo a Christopher.

¡Estúpida, estúpida, estúpida!

Más tensión en su cuerpo y silencio.

Esa había sido la respuesta de Christopher.

Había tenido ganas de llorar. Muchas.

¿Por qué no se había podido aguantar? Había sido como una necesidad, como respirar. Estaba segura que ni siquiera le había tomado peso a la palabra hasta que quedó haciendo eco en el auto todas las horas hasta la capital.

Y gracias a eso, su corazón estaba apretado como una ciruela arrugada. Maldita sea.

Se estiró en la amplitud de la cama y se puso boca arriba.

Y ahora estaba sola.

Pero era la primera vez en toda la semana. Aunque había pasado ese episodio tan vergonzoso, Christopher no se había separado de ella en ningún momento. Le había querido levantar el animo y aunque la había sobre protegido un poco, se había enamorado el doble de ese bastardo en esa semana.

Y por esa razón su mente también era un verdadero caos. Simplemente no sabía que pensar acerca de el.

¿La amaba?

Ok, esa pregunta sonaba mucho más insegura cuando Christopher no estaba a su lado para pasar toda la noche trabajando en el Rexx. Tenía que admitir que había tenido la leve esperanza de que cada vez que Christopher abría la boca le diría la tan esperada respuesta. Pero no llegaba todavía.

Se comportaba como si nunca hubiera dicho una palabra ¡Pero si la había dicho! ¡Y vaya que le estresaba! No estaba segura de nada. El turbio pantano de la duda. Uy, como lo odiaba.

Golpeó con sus puños y pies la cama haciendo un ruido de berrinche para obligarse a dejar el tormento.

Lo único bueno que había pasado era el éxito que había tenido la foto de la obra de Zihuatanejo. A Octavia simplemente le había encantado y luego de dos días había hecho una noticia acerca de las irregularidades de la pesca de grandes empresas y el usufructo irregular de las aguas, que según Matilde, hacia que la pesca artesanal escaseara cada vez más. Como la vez anterior, había sido un verdadero éxito y esta vez, Christopher no se había opuesto tanto.

El sonido de su celular la sacó de sus pensamientos. Natalia.

-¿Aló?- preguntó con una voz cortante. Estaba en medio de un dilema existencial, no quería hablar con nadie en estos momentos.

-¿Amiga?-.

-Si ¿Qué quieres?-.

-¡Hey! Mejor me hablas mejor muchachita, yo tampoco estoy de ánimos, tengo una resaca de los mil demonios- la retó la morena de flequillo con una voz ronca, de seguro ocasionada por los gritos y excesos de la noche anterior.

-Entonces...- comenzó a reprochar.

-Es algo urgente- la interrumpió su amiga de manera seria.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt