Capítulo 83: Endemoniada

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Octavia levantó el teléfono del suelo preocupada por su amiga. Se había quedado completamente quieta.

-¿Aló?- preguntó la chica sin dejar de mirar a Dulce.

-¿Aló? ¿Quién es?- preguntó Víctor preocupado.

-Soy Octavia-.

-¿Dulce?-.

Octavia le pasó la mano por el frente. Nada.

-Creo que se ha convertido en piedra-.

-¿Lo conoce?-.

-¿A quién?-.

-A un tal Raúl Palacios, el que entregó las pruebas en contra de Christopher-.

La chica pensó por unos momentos. No conocía a nadie con ese nombre.

-Pues yo no lo conozco, pero ya me cae de la patada. Dulce ¿Conoces a ese estúpido de Raúl Palacios?-.

Claro que lo hacía. Recordó cómo había pensado que su auto los había seguido aquella tarde en la que Christopher la llevó a ver la pared en la que pintaría...

Él había sido el idiota que había lanzando la vida de Christopher a la basura. Nunca en toda su existencia había sentido tanta rabia como en ese momento. Su pulso comenzó a acelerar, sus manos se apretaron en pequeños puños y tuvo muchas ganas de pegar patadas para todas partes.

Y precisamente a ese estúpido de Raúl...

-Pásame las llaves- dijo con voz turbia, reaccionando finalmente.

-¿Qué?-.

-¡Que me pases las llaves!-.

-Víctor, te tengo que dejar- cortó Octavia el celular preocupada.

-¡Pásame las llaves!- repitió por tercera vez.

-Pero están los abogados adentro esperando...-.

-¡No me importa, me voy!-.

-¡Pero no me puedes dejar botada aquí!-.

-¡Ven conmigo entonces!-.

-Dulce sinceramente no creo que estés en condiciones de condu...-.

-¡SÓLO PÁSAME LAS MALDITAS LLAVES!- pidió.

-Ok, ok, pero por favor no me mates-.

La chica las sacó rápidamente de su bolso y se las tiró a sus manos.

Dulce abrió la puerta del piloto.

-Te subes o me voy sin ti- dijo antes de entrar.

Octavia miró al cielo. Tenía miedo de subirse, pero tenía más miedo de su auto así que sin pensarlo mucho se subió en el puesto del copiloto.

-¿Conoces a...?-.

-Cállate-.

Octavia enmudeció al escuchar aquel tono tan frío ¿En qué loca se había convertido?

Dulce prendió el motor y hecho a andar el auto con una rápida maniobra de lo más peligrosa. Sin ver siquiera para atrás se metió en la autopista.

-¡Oh por Dios Dulce! -gritó asustada- Conduces peor que Christopher-.

La chica no respondió y vio el salpicadero. Era mediodía. Todavía debía estar en la universidad. Calculó la distancia y aceleró.

Octavia cerró los ojos y rezó para llegar de una pieza a... donde demonios estuvieran yendo.




¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Where stories live. Discover now