Capítulo 4: No quiero, pero si

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-Uy ¡Te odio!- gritó Dulce cuando cortó el celular.

A las tres de la tarde salía de la universidad. Quince mensajes le había dejado a su hermano para que la fuera a recoger a esa hora. Cuarenta y cinco minutos esperando a que la pasara a buscar y no le contestaba el maldito teléfono.

Se hubiera ido con sus amigos, pero estaba cansada de que le mirararan el rasmillón mientras hablaba. Ni que fuera una verruga que bailara... Además ya era muy tarde, todos se habían ido, hasta Raúl que últimamente se quedaba conversando con ella hasta que le daba la hora para el partido de fútbol con sus amigos. Casi como en los viejos tiempos...

Miró el cielo, soleado con viento. Caminaría.

Suspiró y echo la marcha.

Pasó por la misma cafetería de la mañana y no vio a Christopher haciendo las mesas. No alcanzaba a reconocer las caras de adentro de la cafetería... Adelantó el paso por miedo a que él si la reconociera y la viera interesada en él.

Agachó la mirada y negó con la cabeza con nerviosismo al pasar al siguiente local.

Se puso sus audífonos para escuchar música y por alguna razón, desde ese momento, en vez de ver las personas y analizarlas decidió ver las murallas. La mayoría eran garabatos sin sentido hechos de spray, mensajes de amor y odio, pero luego de un tiempo se empezó a fijar en las frases y dibujos revolucionarios anarquistas.

Estaba pasando por el frente de un Mc' Donalds cuando algo que vio en la pared la detuvo.

Un mono obeso estaba comiendo una hamburguesa vestido de payaso. Lo estudio unos segundos para entender de donde se le hacía conocido...

¡Bingo!

¡Era el mismo mono que estaban pintando ayer en la calle cuando los tres streetartists los pillaron! ¡Con razón había sentido aquella familiaridad la noche anterior!

Pasaba todos los días por esa calle, echando una ojeada a las paredes mientras conducía... jamás lo había analizado.

¡Era genial! Se veía claro el mensaje que quería entregar y no por eso era menos ingenioso. En la esquina estaba escrito Oscarin.

Sacó su teléfono y se puso en la mejor posición para poder sacarle una foto al stencil.

Y se sorprendió a si misma cuando sacó varías fotos más de diferentes dibujos o mensajes hasta llegar a su casa.




-¿Estás de broma cierto?- preguntó consternada.

-Lo siento, pero...-.

-¡Pero nada! Es tu trabajo y a mí no me puedes pedir que lo haga por ti-.

-Escucha, ya llamé a Oscarín y me dijo que ningún problema. Podrás ir tu sola-.

-¡Pero a mi no me corresponder hacer lo que es tuyo Luciano!- pataleó enojada.

-Te estarán esperando en el mismo lugar que la semana pasada- le repitió.

Se empezaron a escuchar unos sonidos de interferencia al otro lado del teléfono.

-¿Dulce? No te escucho ¿Aló? La señal acá es muy mala- se disculpó entre el ruido.

-¿Luciano? ¡No hagas ruidos con un papel que eso te lo viste conmigo en juegos de gemelas!-.

-¿Me escuchas? -seguía con el juego- Lo siento, no te escuchó, nos vemos mañana- y cortó.

-¡Maldito!- tiró el celular contra el sillón.

Había estado lista esperando a su hermano por diez minutos para darse cuenta que no estaba en su casa. Lo había llamado y el muy galán estaba celebrando el cumpleaños de uno de sus muchos amigos en un bar.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Where stories live. Discover now