Capítulo 52: ¡Digamos la verdad que se calla!

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Dulce se miró al espejo, ya estaba lista. Maldita sea, estaba nerviosa y muy muy ansiosa.

Hacia media hora que había estado probado peinados para finalmente decidirse por una trenza espiga. Le dolían los brazos de tanto esfuerzo, pero era mantener sus manos ocupadas o comerse las uñas.

Miró la puerta del baño cerrado con pestillo y frunció el ceño. Extraño, Christopher no golpeaba la puerta para decirle que se apurara hace bastante rato ya. La había cerrado con llave porque lo único que hacia era meterse y arruinarle los peinados y le desordenaba las cosas.

Salió del baño y lo miró. Estaba tirado en su cama con la boca abierta, en un nivel de sueño que parecía muy profundo.

Pobre. Con ternura se acostó al lado de él y lo miró fijamente. Estaba agotado. En esos últimos cuatro días había hecho todo lo posible para terminar el gigante lienzo que había diseñado ese mismo lunes.

En la sala de estar habían sacado todos los sillones y muebles para acomodarlos en la cocina y cubrir todo el piso con la gigante tela que había comprado, más larga que ancha. Esta fue trabajada día y noche. Cuando Christopher estaba en el trabajo, Oscar y Pancho pintaban con las instrucciones que les había dejado Christopher. Y cuando el volvía, pintaba sin parar hasta el amanecer, para dormir un par de horas y luego volver al trabajo.

Aunque Dulce seguía impresionada de que hubieran terminado todo tan rápido hoy en la madrugada.

Después de eso se habían dedicado a forzar las esquinas con broches de hierro para que las cuerdas pasaran por ahí. Por lo que tampoco habían podido descansar hoy.

Ella había sido la fiel acompañante de Christopher cuando trabajaba por las largas noches, aunque siempre se quedaba dormida. Le encantaba verlo concentrado, con el ceño fruncido y en silencio, a veces sacaba su cámara y le sacaba alguna que otra foto. Sacando algunos insultos por parte de el. Seguía siendo muy escéptico con ese tema.

Cuando Dulce caía en los brazos de Morfeo, lo próximo que sentía eran los brazos de Christopher llevándola hasta la cama para arroparla y que se quedara nuevamente dormida.

-Descansa, princesa-.

Y ahora estaban esperando a que Pancho y Oscar salieran de su turno del restaurante, a las doce. Mientras tanto habían ido a cenar a la casa de Dulce, ya que el suegro extrañaba al yerno de manera descomunal.

Dulce lanzó un bostezo, también tenía sueño, quizás debía de pegar una siesta para estar más despierta y atenta cuando correspondiera, total, les quedaba una hora para que se diera la medianoche, así que no había apuro. Posicionó su cabeza en el pecho de Christopher y se fue tranquilizando con su respiración.

Definitivamente habían sido días muy intensos. En uno de esos pensamientos que uno piensa antes de quedarse dormida se acordó de la carta del tal Pablo... tenía... tenía que hacer algo al respecto.


Un molesto timbre retumbó en las orejas de ambos, haciendo que despertaran de sus cómodos sueños.

-Apágalo- pidió Dulce.

Christopher se revolvió un poco, pero no dijo nada.

-Apágalo- pidió nuevamente.

-¡Apágalo!- subió la voz al ver como Christopher no lo hacía.

Él levantó la mano y le pego en la cara a Dulce sin brusquedad.

¡No corras sin mí! (Street Art) [EDITANDO]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora