Prólogo: Recuerdos (parte 1)

90 5 8
                                    

Roland Berthold no se consideraba un hombre tranquilo. Era consciente de las obligaciones que tenía, las expectativas sobre él y de los numerosos obstáculos que podrían interponerse en la senda de rectitud que, se suponía, debía seguir en todo momento, pero que rara vez era discernible a sus ojos, no sabía si porque él no sabía dónde buscarla o porque simplemente ese camino no existía.

Todo ello le causaba preocupación, por supuesto, pero la presión nunca había podido más que él, al fin y al cabo, y a pesar de que había quien estaba empeñado en pensar lo contrario, no era como si todo dependiera de él.

De hecho, casi diría que era el que menos contaba de todos. Como su padre le dijo una vez, en tiempos de guerra te lo consultaban todo, pero en tiempos de paz siempre había alguien dispuesto a decidir por ti. Roland no había podido sino mostrar su acuerdo con tal afirmación que era, sin duda, un buen resumen de la vida de un rey, después de todo los reyes solo valían para algo realmente en tiempos de crisis. Aunque nunca osaría decir tal pensamiento en voz alta.

El heredero al trono de Almont caminaba lenta y distraídamente a través de los estrechos y vacíos senderos empedrados. Los arbustos que crecían a ambos lados del camino, así como la hierba de las zonas ajardinadas únicamente adornadas con árboles de diferentes tamaños que se distribuían con un patrón inexistente, estaban mojados por la humedad de la cercana noche que se veía acrecentada por la alargada sombra del alto edificio de la fortaleza aledaña.

No le extrañaba que no hubiese nadie en el lugar, había demasiado de lo que preocuparse como para estar perdiendo el tiempo en los jardines sin hacer nada en particular. Él mismo podría estar aprovechando el poco habitual rato libre que le había surgido para hacer cosas productivas, pero había preferido invertirlo en no hacer nada. De este modo, cuando dejara de tener tiempo libre, podría recordar aquella tarde de inactividad con cierta satisfacción.

Porque era bien consciente de que los días de tranquilidad estaban a punto de terminar.

Hablando con franqueza, el castillo y sus habitantes habían empezado a bullir de actividad desde el verano. Su padre había estado negociando con Gromta los términos de un pacto comercial bastante amplio cuya principal característica era ser el primero que Almont y Gromta firmaban después de la Guerra del Tilar. El documento en sí no tenía más valor que el de ser un símbolo de que el conflicto terminó y pasó, era una forma de garantizar que no habría venganzas por ninguna de las dos partes ... O, más bien por parte de Gromta, que fue la que perdió, después de todo.

Aquel tratado se había cumplimentado haría cosa de un mes. Roland había pensado que la enervante y poco justificada inquietud que reinaba en todas partes al respecto, casi como si fuese a ocurrir algo horrible en cualquier momento, acabaría entonces, sin embargo, se equivocó porque alguien, imposible saber con certeza quién, decidió organizar una recepción en Velana para conmemorar la inauguración de aquel prometedor tiempo de paz entre Halabor, Gromta y Almont. Conmemoración que, a él personalmente, le parecía innecesaria.

La ciudad de Velana se encontraba en una pequeña isla de la bahía de Marian muy cercana al continente y unida a tierra mediante tres puentes de piedra. Era la capital de Halabor, reino que, a pesar de no tener frontera con Almont, se había convertido en su aliado desde hacía ya bastante tiempo, más aún desde que su hermana desposó al heredero de los Morewin, la casa regente. Sospechaba que quizás era Alison quien estaba detrás de todo aquello, aunque desconocía la influencia que poseía allá en Halabor, la verdad.

En cualquier caso, el evento alcanzó una trascendencia moderada, probablemente porque no se organizaba algo así desde la Reconstrucción, y acudieron casas nobles de las tres naciones y algunos dignatarios de Drolphion y Nietlav que quisieron participar.

La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderWhere stories live. Discover now