CAPÍTULO 17: La lejana luz del amanecer (Parte 6)

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La miró desde arriba con disimulo una vez más, aprovechando que no le estaba prestando atención para estudiarla sin que se diera cuenta. Estaba mirando el extremo del pasillo que conducía a las escaleras, aparentemente concentrada. No estaba seguro de si el hecho se debía a su deseo de marcharse de allí, aunque, dadas las circunstancias, lo que resultaba difícil de entender era por qué seguía con él. 

Aquel pasillo, no solo no tenía absolutamente nada que pudiera resultar remotamente interesante para ella, sino que, además, se ubicaba en el interior de una edificación que no conocía. Se había percatado de su nerviosismo al entrar y, aunque el tiempo transcurrido sin cruzarse con nadie parecía haberla tranquilizado un poco, sin ninguna duda, estaría más cómoda en cualquier otro lugar. Pero, por alguna razón, a pesar de que ya llevaban un buen rato ahí parados, había preferido quedarse. Suponía que no debería sorprenderlo.

Se dio cuenta de que la estaba mirando, se giró hacia él y le movió la cola. Derek no pudo evitar sonreírse y el hecho pareció animar a la loba a abandonar sus labores autoimpuestas de vigilancia del pasillo para ir a restregarse en su rodilla, buscándole la mano con el hocico para que le rascara la cabeza, como había descubierto que le gustaba.

Haciendo honor a la verdad, no tenía ni idea de dónde había salido la loba, es decir, a la vista de cómo se comportaba, resultaba difícil creer que fuese el animal salvaje que los vecinos de Karlien habían creído que amenazaba sus rebaños. Debía de estar amaestrada de alguna manera, aunque el hecho no justificaba cómo acabó en el bosque donde la encontró. Suponía que se escapó de dondequiera que la hubiesen tenido y terminó perdiéndose, quedando atrapada en ese cepo... Suponiendo que, realmente, hubiese estado atrapada. 

Derek estaba moderadamente seguro de lo que había visto, sin embargo, el animal no había vuelto a manifestar ninguna queja al respecto, no tenía una sola secuela, ni una marca, ni una cicatriz que lo respaldara, y ninguna herida se curaba tan deprisa, así que la única explicación lógica para lo ocurrido era que él hubiese visto mal. Había estado tan llena de barro que no era tan descabellado que se hubiese equivocado y, además, en ese momento, había estado más pendiente de otras cosas.

A esas alturas, dada su patente tendencia a rascarse contra muebles, paredes y el propio Derek, la loba mostraba un aspecto algo más pulcro, la mayoría del barro se había desprendido y el pelaje gris había quedado al descubierto, aunque mentiría si dijera que había sido tenido la oportunidad o la intención de limpiarla propiamente. Él no había pretendido hacerse cargo del animal en ningún momento, sin embargo, no sabía por qué motivo en particular, la loba empezó a seguirlo desde que la encontró en el bosque. No le había dado opción.

En un primer momento, creyó que lo había confundido con su dueño o que, quizás, estaba acostumbrada a la compañía de las personas, sea como fuere, el caso era que no se separó de él en ningún momento de toda la jornada posterior. No tardó mucho en descubrir que no le gustaba la gente en absoluto. La loba se tensaba cada vez que había alguien cerca, es decir, alguien que no fuese Derek, solía gruñir a los que entraban dentro del límite que ella consideraba infranqueable y había intentado morder a un par de compañeros soldados que cometieron el error de gastar bromas sobre esa mala actitud suya, aunque no llegó la sangre al río.

En cualquier caso, esa conducta tan recelosa y desconfiada le había inducido a pensar que, quizás, la habían tratado mal en el pasado. Derek había estado dando por sentado que el lamentable estado de la loba se debía a que se había perdido por el bosque, pero cabía la posibilidad de que ya hubiese estado sucia y malnutrida desde antes. 

A esas alturas, después de haberla alimentado bien durante varios días consecutivos, su estado había mejorado un poco, aunque seguía estando demasiado flaca para su tamaño, resultaba difícil sacar conclusiones al respecto. Suponía que debería haber prestado atención a esos detalles, pero, en los momentos inmediatamente posteriores a su encuentro, la había ignorado casi por completo, al fin y al cabo, acababan de encontrar a los esclavistas, todas sus energías se concentraron en buscar a su madre y a su hermana entre los rescatados. Pero no hubo suerte.

La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderWhere stories live. Discover now