CAPÍTULO 22: Una señal (Parte 3)

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Se despidieron de Dela y salieron a la calle enseguida. No tenía ni idea de qué hora era, pero ya había anochecido completamente, la ciudad parecía desierta, había muy pocas luces encendidas, parecía plena madrugada. No era el momento más idóneo para organizar reuniones.

Echó un vistazo rápido alrededor, pero su atención se enfocó casi inmediatamente en el frente. Esos pequeños que se habían presentado como Noscem los llevaban hacia una plaza, en cuyo centro, se alzaba el árbol más grande que había visto en su vida, aunque el detalle no era verdaderamente relevante para él en esos momentos. En uno de los edificios de la plaza había luz. Debía de ser la torre de la que habían hablado antes.

- ¿No te duele nada? – dejó de revisar el entorno y se volvió hacia Saira, que lo observaba con mucha atención.

Su pregunta, considerando el conjunto de la situación, era razonable. Peeter era consciente de que debería estar muerto, pero, dado que no lo estaba, era fácil olvidar esa cuestión.

- No, estoy bien – le aseguró, imitando su tono quedo, pues no querría que los niños tan raros se metieran en su conversación.

Saira le sonrió. Era agradable que se preocupara, no había esperado que fuese a buscarlo.

- ¿Has comido algo? – siguió ella.

No había tenido tiempo para eso, cuando había dicho que se acababa de despertar, era cierto. Literalmente. De todos modos, tampoco lo consideraba importante entonces.

Ese Círculo de Noscem del que habían hablado, sin duda, debía de ser uno de los poderes de esa ciudad. Peeter no había tenido ocasión de enterarse de dónde estaban exactamente, Dela, la criatura que había estado con él en el momento de abrir los ojos, solo le había dicho que ese lugar se llamaba Herveria, que no tenía nada que temer, que ya había pasado todo, y poco más. No había podido preguntar qué había pasado desde que perdió el conocimiento o qué eran ellos. Porque niños no eran, eso estaba claro. Las manos los delataban.

Haberse encontrado con Saira le había confirmado, antes siquiera de tener que preguntar al respecto, que los demás también estaban allí y, a juzgar por su actitud hacia los pequeños, no daba la impresión de que los hubiesen tratado mal. Pero eso no significaba nada. Aquel llamamiento era demasiado repentino, ¿y qué demonios era un "lumo"? No deberían bajar la guardia.

- Es por aquí – el Noscem que se había mostrado más abierto hasta el momento, Noriir, los miró por encima del hombro para señalarles el lugar iluminado de la plaza, donde había más pequeñajos de esos – Tened cuidado con el árbol, no le deis con la cabeza.

Las ramas del árbol gigante de la plaza cubrían la práctica totalidad de aquel espacio despejado, de modo que, incluso caminando por los márgenes más alejados del tronco, existía el riesgo de chocarse con alguna rama más baja de lo habitual. Aunque, si todos los enanitos esos tenían la misma altura, ellos no tendrían ese problema.

Peeter no se tomó demasiado en serio la indicación, simplemente apartó con la mano lo que consideró oportuno para avanzar cómodamente. Sería ridículo preocuparse porque se cayeran una o dos hojas de un árbol tan enorme.

- ¿Y el hombro también lo tienes bien? – inquirió Saira, al verlo apartar una rama.

Él la miró, cayendo en la cuenta en ese momento de que, efectivamente, parecía estar como nuevo. Resultaba un poco raro, al fin y al cabo, se lo había cosido el día anterior y no había tenido muchas ocasiones para curársele, a ver, no había estado guardando precisamente reposo. No supo qué responderle, él mismo no sabía cómo se había curado tan deprisa.

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⏰ Ostatnio Aktualizowane: Apr 21 ⏰

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La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz