CAPÍTULO 16: Un punto de encuentro (Parte 4)

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Entonces que se había adentrado lo suficiente, el bosque se sucedía en todas direcciones, sin que hubiesen persistido en su camino evidencias claras de la cercanía del pueblo. La luz del sol de la mañana se colaba entre las copas de los árboles, la mayoría de los cuales, conservaba las hojas, de modo que el lugar estaba bañado por una claridad verdosa que le otorgaba un aura benigna y apacible. El olor fresco de la vegetación flotaba en el ambiente, mezclándose con la humedad fría propia de la estación. Se detuvo y miró alrededor otra vez, fruncido el ceño.

Derek sabía que había que ser prudente a la hora de deambular por esa clase de sitios. Bresinoff no era un pueblo precisamente grande, ni tampoco tenía despoblados cercanos en los que poder perderse, ahora bien, era de sentido común que abandonar la zona que se conocía y que estaba habitada siempre entrañaba cierto riesgo. Eso podía entenderlo, era comprensible que le hubiesen recomendado precaución mientras investigaba ese rincón del bosque Tilar, sin embargo, el tono admonitorio que habían usado para hacerlo le parecía completamente desproporcionado.

Llevaba un rato dando vueltas por el lugar y aquel bosque difícilmente podría antojarse más inofensivo. No había sonidos amenazadores, ni foresta espesa, ni lugares oscuros, ni tan siquiera el terreno era especialmente traicionero. El suelo estaba bastante llano, había mucha luz y el inocente canto de los pájaros hacía que uno se preguntara si realmente había un terrible lobo por las cercanías, tal y como los vecinos de Karlien habían dado por sentado. No tenía ni idea de por qué ese anciano se había mostrado tan grave en sus advertencias, la verdad era que no le había dado ningún detalle con respecto a qué peligro concreto se ocultaba en aquel bosque, aunque cabía la posibilidad de que se refiriera a los lobos que buscaba. O, quizás, ese "peligro" en cuestión solo fuese una superstición. O, tal vez, solo había querido tomarle el pelo.

Suspiró, eligiendo rápidamente en qué dirección continuar. Si era sincero consigo mismo, las probabilidades de que toda aquella empresa fuese una gran pérdida de tiempo, como ya le advirtieron Guillaume y también su sargento, cada vez eran mayores. Derek estaba enfocando sus energías en localizar alguna evidencia que confirmara los temores de la gente del pueblo o que revelara la presencia de esclavistas en aquel bosque, sin embargo, la perspectiva de hallar cualquiera de las dos cosas cada vez se antojaba más improbable.

A ver, al lobo lo habían oído cada amanecer de los últimos tres días, luego tenía la certeza de que existía, de lo que no podía estar tan seguro era de si realmente se encontraba por las cercanías y representaba una amenaza para los pastores de Karlien, como ellos mismos afirmaban. Habían pasado tres días completos desde que oyeron el primer aullido y, sin embargo, todavía nadie había visto al supuesto lobo que, por cierto, no formaba parte de la fauna típica de la localidad. Su aparición repentina unida a sus intervenciones regulares, con cada salida del sol, habían inducido a Derek a pensar que no se trataba de un lobo salvaje, sino de un animal domesticado. A la vista de su oportuna aparición, coincidiendo con la aproximación de los esclavistas, creyó que los eventos estaban relacionados de algún modo.

En su opinión, no era tan descabellado que los esclavistas quisieran refugiarse en esa foresta, les resultaría más sencillo pasar desapercibidos al amparo de los árboles y el terreno llano hacía posible que una carreta avanzara entre los troncos sin demasiados problemas, de hecho, podrían alcanzar la frontera delante de sus narices si conseguían llegar hasta ese punto del Tilar, así que ¿qué les aseguraba que ese "lobo" no fuese en realidad un perro que llevasen con ellos? Debía admitir que esa perspectiva lo había tenido muy preocupado, no obstante, pensándolo de nuevo más fríamente, después de estar dando vueltas por aquel paraje, ya no le parecía tan factible que una caravana tan grande alcanzara aquel lugar sin ser descubierta. Ellos estaban acampados en los prados que rodeaban Karlien, cierto que las patrullas no cubrían ese lado de las arboledas, pero las carretas tendrían que pasar por los prados antes de poder resguardarse en el bosque y habría que estar ciego para no verlos venir en campo abierto. Estaba bastante seguro de que los detectarían mucho antes de que pudieran ocultarse en esos bosques, de modo que su temor con respecto a que los esclavistas se les hubiesen escapado o pudieran escapárseles se había apaciguado casi por completo. Una consecuencia positiva de su pequeña misión en solitario.

La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderWhere stories live. Discover now