CAPÍTULO 13: El primer paso (Parte 2)

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La lluvia que había estado anunciándose toda la madrugada comenzó a descargar con tantísima intensidad que el paisaje quedó oculto tras el velo de precipitación. El sol que había amanecido hacía no estaba seguro cuántas horas y que las nubes no habían permitido siquiera entrever, daba la sensación de haberse extinguido para siempre detrás de aquella tormenta oscura que, como una noche desprovista de luna o estrellas, ennegrecía el mundo y sus moradores, reduciéndolos a simples sombras en movimiento.

El incansable bramido de los truenos se superponía al fuerte traqueteo de las gotas impactando contra el barro, de los incontables pasos en el lodo espeso. Un rugido estentóreo capaz de enmudecer por espacio de un instante el inagotable intercambio de golpes, el desacompasado entrechocar metálico, los chillidos esporádicos, los gritos agudos y los aullidos bestiales. Los relámpagos destellaban fugazmente en la confusión furibunda de tempestad que se regodeaba en las alturas, arrojando un resplandor blanco tan repentino y frágil que apenas servía para ver nada. Aunque nunca había necesitado luz para ver.

Ladeó la cabeza mínimamente, contemplando el escenario que había estado estudiando detenidamente desde antes incluso de que empezara la abierta agresión. El agua le chorreaba por la cara, notaba la corriente deslizándose a sus pies, colina abajo, a través del barro. La batalla tenía lugar un poco más allá, abarcando una parte considerable de esos desmontes enfangados que mediaban entre su puesto de observación y la ciudad fortificada, que estaba situada en las faldas de las grandes montañas. Atisbaba algunas lucecillas encendidas en su muralla.

- No tiene sentido – pensó Arash en voz alta, dado que la tormenta y los sonidos propios del conflicto apenas le permitían oír sus propios pensamientos.

Chillón, buscando refugio de la fuerte lluvia en su cercanía, emitió un indescriptible sonido de garganta que no sabía si sería una respuesta. Nalx, un par de pasos adelantado, interrumpió su atento escrutinio del campo de batalla de ahí abajo para mirarlo por encima del hombro.

- ¿El qué? – fue su consecuente pregunta.

Un trueno rompió el cielo al tiempo que un relámpago refulgía brevemente. Un rayo se entretejió con las nubes en la lejanía. ¿Es que no era obvio?

Los herveríes habían montado una línea de defensa en mitad de las colinas embarradas. Por lo que Arash había podido ver, esa línea, que permitía situar el frente inequívocamente, tenía un doble cometido, en primer lugar, frenaba el avance de los mélcotros, les cortaba el paso y encajaba sus ofensivas, y, en segundo lugar, resguardaba a los herveríes que estaban combatiendo. La dinámica permitía establecer rotaciones que reducían un poco el desgaste físico que debían de estar sufriendo a consecuencia de la patente diferencia de resistencia que guardaban con los mélcotros. Además, creía que había arqueros dispuestos detrás de ese frente de escudos, aunque resultaba difícil saberlo con certeza dadas las inclemencias del tiempo, la distancia que lo separaba del conflicto y la falta de una respuesta clara en las acciones de los suyos.

Los jefes no parecían tener una estrategia clara más allá de insistir hasta romper el frente. Arash, dada su carencia de seguidores que poder sumar a tan multitudinario enfrentamiento, no había considerado que su aportación resultara valiosa y, en consecuencia, había optado por permanecer al margen de las hostilidades, como empezaba a ser su costumbre. Al margen de ese detalle, podía entender que los otros jefes se hubiesen decantado por esa idea, al fin y al cabo, era la más fácil de llevar a cabo y la ventaja numérica estaba completamente a su favor. Después de unas horas observando, había podido constatar que estaban avanzando hacia la ciudad, tal vez, no a toda la velocidad que les sería posible de usar otras maniobras más tajantes, pero sin retroceder un solo palmo. Sin embargo, a pesar de esos avances, el frente no terminaba de romperse.

La Gracia del Cielo I. Los Hijos del PoderWhere stories live. Discover now