Capítulo 46. Pisando su dignidad

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Cuando Lin Xin escuchó la palabra "para siempre" no pudo evitar gritar: "¿A quién crees que engañas? El mundo es tan vasto, ¿crees que puedes tapar el cielo?".

Cuando el decano vio que su defensa psicológica estaba a punto de romperse, continuó diciendo: "¿Has olvidado que este orfanato solía ser una prisión? Puedo encerrarte de por vida para que nunca puedas escapar de aquí. ¿Lo has olvidado? Y..." Hizo una pausa y dijo con una sonrisa dentada: "Puedo - dejar - que - mueras - aquí".

Una luz espantosamente fría se reflejó en sus gafas de montura negra. Su mirada era tan afilada como una espada, como si quisiera atravesarla. El rostro de la chica palideció y su frente se cubrió de gotas de sudor.

Parece que la chica tenía miedo a la muerte. ¿Cree que podría trepar a un gran árbol como esa familia y escapar de él? Sus pensamientos eran demasiado simples. Al decano le gustó ver su espantoso aspecto, lo que le hizo sentir excitación.

El decano dijo con orgullo: "¿Así que pensabas provocarme para que te pegara y luego te quejarías a la señora? ¿Crees que soy tan tonto como para caer en eso? Y si le digo al adoptante que tienes una enfermedad infecciosa, seguro que se aleja de ti. Entonces podrás morir tranquilamente en el orfanato, un final tan perfecto".

Lin Xin miró con fiereza, con los labios fruncidos y la espalda erguida, como si quisiera conservar lo último de su dignidad.

El decano se quitó las gafas y las limpió con la esquina de su camisa. "Si aceptas mis condiciones, te dejaré ir. Soy un hombre que cumple sus promesas". Disfruta rompiendo el orgullo de alguien obstinado.

Lin Xin seguía negándose. Su espalda seguía tan recta como una espada mientras se mantenía en su sitio.

El decano se rió y dijo: "Puedes seguir ahí de pie y yo puedo seguir diciéndoles que tienes una enfermedad infecciosa".

En ese momento, la postura rebelde de Lin Xin se tambaleó. Su espalda se encorvó en señal de derrota y se acercó lentamente al hombre. Al ver sus pesados pasos, Dean se rió triunfalmente. Cuando ella llegó a su lado, señaló su pie y dijo: "Ahora, límpiame los zapatos".

Lin Xin se quedó quieta.

El decano dijo: "¿Por qué, no quieres? Entonces puedes quedarte aquí toda la vida".

Lin Xin no habló. Se agachó a sus pies y limpió la suciedad de aquellos zapatos con sus propias manos. Con cada limpieza, el pie del decano avanzaba; sonreía orgulloso mientras disfrutaba del sonido chirriante de sus zapatos cada vez que la chica los limpiaba. El decano se rió alegremente hasta que su par de zapatos estuvo completamente limpio. Miró con satisfacción al ver los ojos llorosos de Lin Xin, como si estuviera luchando por soportar su humillación. Ordenó: "Dame un vaso de agua".

Lin Xin fue obediente como una doncella mientras le servía un vaso de agua respetuosamente.

El decano aceptó la taza y se la bebió. Tras dejar la taza de té, preguntó: "¿Sabes cómo debes dirigirte a mí?".

Lin Xin sonrió misteriosamente, con el pelo colgando hasta cubrirle la mitad de la cara, lo que hacía difícil ver su expresión. Su aspecto era escalofriante.

El decano se estremeció.

Lin Xin soltó una risita y dijo con una sonrisa siniestra: "Sí, lo sé". Su postura era segura y su delicadeza parecía reflejar una belleza que no le pertenecía.

El corazón del decano se apretó de miedo. Antes de que pudiera incorporarse, Lin Xin sacó unas tijeras y las sostuvo ante sus ojos.

Mientras las afiladas hojas brillaban, le preguntó: "¿Sabes para qué es esto?".

El decano no sabía qué quería decir con esas palabras. Quiso levantarse y coger las tijeras de sus manos, pero se dio cuenta de que había perdido completamente las fuerzas y sus piernas se habían vuelto blandas, como si no tuviera huesos. Además, no tenía fuerzas para levantar los brazos. Sólo podía tumbarse en la mesa como un charco de barro.

Guía para educar a un protagonista masculino de apoyo [+15]Where stories live. Discover now