9.

200 39 11
                                    


***Advertencia: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que evites este capítulo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si continuar o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***



Situaciones que se alargan.


Segundos que no alcanzan.


¿Cuánto tiempo dura la caída de una gota en medio de la lluvia?


¿Cuánto tardaron en exponerse sobre la cama las carencias y posibles urgencias de aquellos en cuyos cuerpos se encontraba la respuesta de los posibles enigmas que se estuvieran formando a raíz del apetito sexual?


¿Quién eres en este momento?


¿Qué tanto buscas?


¿Por qué no puedo huir de ti?


Sin embargo, las palabras se convertían en un simple artefacto que decoraba ciertos rincones de aquella oscura habitación. A veces sobraban. No hacían falta. Y por cada que las olas del mar golpeaban los costados del barco para salpicar ligeramente sobre la respectiva ventana del lugar, se escuchaba un nuevo gemido expulsado de las entrañas de cierto rubio que no se opuso ni un instante a la exploración que el universitario realizaba en sus adentros.


Hyukjae, hasta el momento, no alcanzaba a recolectar por completo los restos de autorreconocimiento que pudieran quedarle encima. Y sólo al poner al violinista de frente con el espejo de la pared para también ver su propio reflejo entendió que se trataba de sí mismo descargando sus deseos perversos en un cuerpo desconocido.


Sus ojos y los de aquella persona se conectaron por medio del cristal.


Hyuk le lamió la curva del cuello.


El rubio empujó hacia atrás para chocar con su trasero.


Por varios segundos se miraron como poseídos por lo que sea que les haya hecho caer así de intenso. Con Hyuk encajándole las manos en las caderas y presionando su pelvis para enterrarse; con el otro aferrando las manos a la pared para continuar siendo embestido.


El trasero expuesto.


Redondos glúteos enrojecidos por las constantes palmadas que el de cabellos oscuros le daba usando todos los dedos.


Gargantas ya resecas de tantos suspiros.


Nuevamente la ausencia de besos tomó lugar entre ellos.


Si acaso se rozaban los labios cada vez que el desnudo músico giraba el rostro entre sus suplicas silenciosas para que aquel nunca se detuviera. Para hacerle saber lo delicioso que se sentía tener entre las piernas a un chico cuyo nombre y procedencia no importaban mientras le hicieran olvidar, por unos segundos, de dónde provenía él o cómo se llamaba.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now