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Atrás. Luego adelante.


Oscilaciones parvas.


Las piernas colgando. Y un par de manos encerrando los rechonchos muslos de quien encontró el espacio adecuado para ocultarse de las amenazas.


Lee DongHae permanecía sentado en el amplio lavabo del baño. Mantenía parte de su concentración ocupada en la agitación brevísima de sus pies que pendían del suelo. Aunque eso no era lo único que atrapaba el foco de sus atenciones. También el hecho de corresponder a la asidua efervescencia de un par de labios que no se veían reacios a ceder por buen rato.


El eco del baño delataba los chasquidos de sus bocas. Y justo detrás el espejo revelaba la necesidad de un capricho que los condenaría indudablemente. Donde se manifestaba no sólo la violación de un decreto marital que quedaba en el olvido, sino la imposibilidad de conservar prudencia en sus anhelos más profundos.


Hyukjae supo que su cabello perdió orden sobre la nuca puesto que los dedos juguetones de Lee DongHae encontraron comodidad en la maleza oscura de su cabeza.


El compás se mantuvo en adaggieto. Los roces, las caricias, el desliz húmedo. Todo estuvo acompañado por el sosiego. Porque a pesar de extrañarse también querían disfrutarse. Poco a poco la adrenalina de saberse rodeados por unas paredes que fácilmente podrían evidenciarlos les hizo llegar a ese punto en el que invariablemente se derritieron en brazos del otro. Y en el que cada contacto significaba el desfallecimiento de sus obstáculos.


Sólo entonces se volvían seres libres.


No existía el DongHae casado.


Ni el Hyukjae que se metía con el casado.


Eran ellos fabulando el inicio de una pieza en la que al fin conectaban para jamás volver a soltarse.


Los lentes de Hyukjae aguardaban en la esquina del lavabo. Y tal parece que Hae tuvo curiosidad desde el primer momento que los vio pues, en cuanto halló oportunidad, se separó cortando la conexión que también los hizo volver a la realidad.


Apoyó las dos manos en el pecho de un agitado pelinegro y desvió sus pupilas hacia las gafas que eran el único testigo de sus atrevimientos. Respiraba entre temblores. Mordía las orillas de su boca que no paraba de cosquillearle. Era injusto que un solo toque de Hyukjae lo pusiera en ese estado. Se advertía totalmente endeble. Casi a un paso del desvanecimiento.


Demasiado obvio resultó su escape al menos para el astuto universitario pues Hyuk sonrió sin quitar su enfoque de los delgados labios de quien quería encontrar refugio para no parecer tan vulnerable. Quizá el músico sentía que estaba dejándose llevar más de lo debido. Debía ser eso. Sólo así se explicaría el calor entre sus mejillas que lo delataba en inanición.


Tan sensible en los brazos correctos.


Por ello, no dio tiempo a que el travieso muchacho lo besara otra vez pues sostuvo las gafas con dos de sus dedos y las colocó entre ambos cuerpos pretendiendo analizarlas a profundidad. Sus manos trepidaban suavemente. No era tan sencillo darse cuenta de ello, sin embargo, Hyukjae con el tiempo adquirió la capacidad de advertir los pormenores en el comportamiento del rubio.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now