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Y como la noche prometía bastante para ambos, a pesar de encontrarse tan tranquilos descansando después de las múltiples emociones y colisiones físicas que los envolvieron, acordaron salir de la cama para concluir cómodamente con su día.


Valoraban mucho la oportunidad frente a sus ojos. No siempre gozaban de una convivencia en la que pudiesen apartarse de la tensión y el deterioro mental relacionado con preocupaciones propias y ajenas.


Por tal motivo, se alimentaron y dialogaron para ampliar el panorama de Jeju que, especialmente para Hyukjae, guardaba otros atractivos además de los evidentes. La vida de Lee DongHae en esa isla era mucho más reconfortante que la transición por los rincones de Australia.


Hyuk disfrutó como un loco el escucharlo.


El rubio no era muy consciente de los efectos que provocaba en el chico porque estaba tan entretenido relatando sus anécdotas que le pasaba desapercibido el hecho de que el universitario se callaba por largo rato y sonreía como un tonto mientras lo escuchaba. Con toda su atención en él. Sin distraerse ni un momento. Sin hartarse. Admitiendo que sus palabras fluyeran como nunca lo hicieron en el pasado.


Y es que existían tantas evoluciones entre ese DongHae y el que conoció en el crucero que casi parecía como si fueran dos personas totalmente distintas.


Aquella se la pasaba sumida en la desesperación y el abandono. Entregándose al sexo como un animal. Tan vació y hueco que a veces dolía más estar dentro suyo que soportar los dolores por abstinencia.


En cambio, este hombre le resultaba irreconocible. Transformado y revolucionado.


De no ser porque él mismo presenció la transición entre uno u otro jamás habría creído que se encontraba con un mismo ser.


—Lee Bada —dijo Hyuk al ser el primero que ingresó a la nueva habitación a donde fueron después de la cena.


Ésta tomaba lugar en una de las construcciones a los costados de la principal.


La de la derecha correspondía a una bodega casera donde se depositaban herramientas de trabajo para el campo, así como muebles que se desechaban en el hogar.


La de la izquierda era una locación distribuida por dentro para resguardar tres recámaras de iguales proporciones. Si acaso separadas por las puertas del centro que se deslizaban para colindar entre uno u otro espacio.


—Era muy linda y risueña —respondió Hae acercándose a una de las esquinas donde seguían acomodados los juguetes de la niña igual que cuando vivía.


La ausencia de polvo le hizo saber a DongHae que ahí también se realizaba la limpieza semanal como pidió desde que se empezó a hacer cargo de su antigua casa.


—¿Qué le ocurrió? —Hyuk se arrodillo en la colchoneta que correspondía a la cama de la bebé. Más pequeña. Colorida en sus sábanas. Inclinó su cuerpo hasta sostener el conejo blanco de peluche que descansaba en medio de la almohada.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now