104.

121 20 5
                                    



Una semana y otra más sucedió apresuradamente. Adaptarse a vivir juntos tuvo sus complicaciones como bien puede acontecer con cualquier pareja. Había que ser paciente con la personalidad de cada uno para adaptarse. Y claro que los sutiles roces en cuanto a los hábitos se presentaron a medida que los días transcurrieron. Pero eran cuestiones sencillas de sobrellevar.

Por ejemplo, a Hyukjae le hacía bastante ruido que Hae fuera muy ágil a la hora de despertarse para ir al trabajo. Mucho antes de que la alarma sonara él ya estaba en el baño regulando el agua para lavarse. El inconveniente venía de que esto también sucedía incluso durante el fin de semana. DongHae tenía costumbres muy estrictas en cuanto a sus horarios.

Y él lo sabía. Él mismo se preguntaba por qué no simplemente su cabeza se apagaba para dejarlo descansar hasta muy tarde.

Por supuesto, poseía grandes motivos que lo inducían a conductas como esta. Una de ellas relacionada con la alteración de su sueño gracias a las pesadillas.

Ocasionalmente (no siempre) Hae sentía que su mente no dejaba de trabajar incluso al estar dormido. Como tener encendido el televisor toda la noche en un volumen altísimo donde a cada dos o tres minutos las escenas se adelantan, se fragmentan, se confunden, se distorsionan y se complican al igual que el sonido.

Eso, precisamente, era lo que le pasaba de vez en cuando al intentar relajarse en la cama. Su cabeza no paraba de trabajar y formular ideas. Se saturaba al límite provocando que, en muchas ocasiones, a pesar de haberse dormido a buena hora, Hae se levantara pareciendo que no pegó el ojo en toda la noche.

Mentalmente desecho. Malhumorado ante esos raros episodios.

Fuera de ello el proceso para coordinarse en una misma vivienda trajo también innumerables episodios impregnados de belleza y emotividad.

Ambos tenían el mismo placer por la limpieza y el orden, aunque no a niveles exagerados, sino de una forma que les facilitaba la interacción.

Supieron adecuarse con gran velocidad a lo que implicaba una vida compartida.

Levantarse, desayunar en la mesa antes de iniciar con el día, retirarse a completar sus respectivos horarios, charlar lo justo por medio del teléfono a mitad de sus ratos de descanso, volver a casa, cocinar y comer juntos, darse un baño mutuo y hacer el amor apenas entraran en calor.

Volver del supermercado y hacer el amor. Ponerse a ver televisión y hacer el amor. Recostarse en la cama y hacer el amor. Buscar en el refrigerador algún aperitivo y hacer el amor. Mirarse y hacer el amor. Olerse y hacer el amor. Sentirse y hacer el amor.

En el entorno había un hambre incontrolable hacia sí mismos. Y es que, descartando los hechos aciagos que los llevaron de cierta forma a ese punto, la pareja daba la impresión de que recién regresaban de la luna de miel.

A Hyukjae le gustaba masajear los pies de DongHae después de salían del bañarse. Besaba sus rodillas y le enterraba cuidadosamente los dedos en el talón para escalar a la punta del pie donde presionaba discretamente para liberarlo de la tensión acumulada durante toda la mañana y la tarde.

DongHae, por otro lado, se sentía feliz al preparar aperitivos para su novio cada vez que éste requería de mantenerse pegado a la computadora realizando sus tareas escolares. Subía las escaleras con un plato que contenía sándwiches cortados en forma de triángulo y un batido de fresa que sabía le permitiría relajarse en medio de tanto estrés.

No lo interrumpía. Silenciosamente depositaba los alimentos en la mesa (fuera del alcance de sus cuadernos para no ensuciarlos), le besaba la sien y se retiraba a la parte baja del apartamento para limpiar la cocina o ponerse a ver televisión en un volumen muy bajo que no desconcentrara a Hyuk.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora