93.

167 30 12
                                    


Y como no siempre la adrenalina dura lo suficiente en el cuerpo para impedir que los rezagos de una disputa duelan menos, fue cuestión de minutos para que el temperamento de Hyukjae se fuera suavizando. Así, el ardor en sus nudillos y las raspaduras de las rodillas le sacaron una que otra mueca a medida que se daba cuenta de lo rápido que se magulló a sí mismo al permitir que sus impulsos hablasen no sólo ante lo que miraba en ese momento, sino por los rencores acumulados del pasado.


El pelinegro difícilmente olvidaba.


Más aún si sus memorias estaban relacionadas con Lee DongHae.


Eso sí, a pesar de que la temperatura en su cabeza y las extremidades empezaba a mermar todavía luchaba con las ganas de estallar en reclamos, en preguntas y en todo eso que estuvo guardando en el trayecto cuando quiso abordar al violinista.


No se dirigieron la palabra en ningún momento.


Después de que el rubio consiguiera separar (ayudado por personas locales) a Hyuk de tremenda tunda de golpes que le estaba dando al sujeto lo más lógico que encontró, según su parecer, fue también apartarlo de cualquier cosa que lo pusiera en aprietos. Más porque notó que hubo quienes estuvieron buscando a un oficial de policía para alertar los hechos.


Prácticamente huyeron de la zona.


E independientemente de la irritación Hyuk agradeció que, por lo menos, Hae no hubiese presentado interés alguno en la protección del hombre que yacía sobre el suelo entre quejas y jadeos.


Ambos estaban molestos.


Ambos tenían tanto qué reclamar al otro.


Pero, por el momento, lo que tuvo mayor importancia fue curar el único golpe intencional que el universitario recibió sobre el labio. Mismo que, gracias al impacto, bastó para dejarlo con una herida sangrando por el costado.


Antes de presionar nuevamente el algodón con alcohol sobre la abertura, DongHae expulsó entre sus labios un suspiro fatigado. Revisó de nueva cuenta el rostro de Hyuk sabiendo que no hallaría más heridas que la que recién atendía. Era, mejor dicho, su forma de reaccionar ante la situación en la que estaba. De rodillas frente al sujeto que no quería ni mirarle a los ojos.


Solos en una habitación de hotel en donde a leguas se notaba que el músico pasó la noche.


Y mientras más lo pensaba Hyuk, más estúpido se sentía por haberlo invitado a Jeju. Por creer que DongHae querría compartir a su lado el placer de conocer por primera vez tan extravagante y placentero lugar.


Intentaba no enfocar las pupilas curiosas del rubio, pero mirar los alrededores le resultaba peor. Ya sea que se encontrara con el equipaje de DongHae, con una chaqueta, un cepillo, un par de zapatos o cualquier cosa que le recordase que en sus planes siempre estuvo el viajar solo.


Y sólo una duda relucía en todo ello: ¿por qué?


Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now