Adagio [EunHae]

101.

DongHae prometió ser fuerte. Pero apenas vio que Logan descendía del auto junto con su madre algo en el interior se le apachurró con furia. Dando como resultado un aguante magullado que rápidamente le cristalizó los ojos. Repentinamente olvidó las promesas que se hizo en el fondo para no alarmar a su bebé pues su expresión empezó a vencer las posibles precauciones que estuvo considerando al momento de encarar la despedida.

Decir que fue difícil parecía un insulto para la forma en la que DongHae lo tomó. Hubo desvelos y lágrimas de por medio. Todas ellas conectadas a la única pregunta que resaltaba de tal asunto: ¿hasta cuándo? Por primera vez y con indiscutibles intenciones el rubio contempló la palabra "odio" dentro de su sistema. Por muy irónico que resulte en el fondo se hizo la promesa de no llegar a ese extremo tratándose de ella. Sentía que alimentar ese sentimiento era como ejercer una traición hacia la fuente que lo dejó sobrevivir entre tantos infortunios. Y que, si bien Emma se lo cobraba a la mala, eso no quitaba el hecho de que, por ejemplo, los Wüthrich algún día le dieron el cobijo que nadie más ofreció para su salvación.

Vivía endeudado. Si bien no conservaba un cariño hacia sus benefactores el músico creía que tenerles cierto respeto era una manera de agradecer también el que, por ejemplo, le hayan acercado una manta y un trozo de pan cuando más necesitado se sentía. Y a pesar de que el rencor y la suerte de desprecio hacia la peliroja existían cuando ésta sobrepasaba su posición de poder para meterse con él a la cama pudiera decirse que, fuera de este aspecto, Hae volvía a quererla y a tenerle cierta compasión.

Además, se trataba de la madre de su hijo. Si algo había que le agradecía infinitamente era la existencia de Logan.

Aunque el sentimiento en sí resultaba curioso. DongHae comulgaba con muchas controversias y choques al tratarse de su vida y sus sentimientos más reales. Porque, por un lado, sostenía la paternidad con la delicadeza con la que se sujeta una hoja desprendida del árbol. Suave, cuidadoso, siempre cauteloso para no ejercer una ruptura. Pero, a la par, había en él una suerte de arrepentimiento callado que en distintas ocasiones le provocaba detestar ese aspecto de su vida. Si Logan no existiera quizá hace mucho que habría huido de esa mujer.

Y por eso, sólo por ese pensamiento, el rubio vivía en constante culpa. ¿Cómo podría alguien tener una idea tan horripilante de la paternidad vista igual que una especie de carga? Claramente no es que DongHae pretendiera lastimar o dañar a su hijo con tal de conseguir esa libertad. Pero a veces, sólo a veces, pensaba qué tan diferente sería su vida si no hubiera un ser que lo mantuviera aferrado a su matrimonio.

Y es que, pensándolo fríamente, Emma supo jugar todas sus cartas de una forma tan magistral que verla ahí de pie levantando en brazos a Logan con ese aspecto dulce y frágil que le caracterizaba ponía en duda si realmente ella había ejercido tanta violencia hacia Lee durante tantos años.

Advirtiéndola así no existía más remedio que creerle. Es decir, ¿cómo una chiquilla tan enfermiza, dócil y tímida sería capaz de dañar a alguien? ¿Cómo ella tendría la capacidad de utilizar estupefacientes para manipular y aprovecharse de un ser humano a su antojo sin importarle cuánto desprecio, asco y temor hubiese de por medio? ¿Cómo ella iba a inventar declaraciones tan espantosamente detalladas sobre el posible abuso a su bebé sabiendo que en cualquier momento se le podría desmentir generándole un posible puente para futuras contrademandas? ¿Cómo ella tendría la capacidad de ejercer un abuso de poder en una persona a la que consideraba su todo y por quien, además, daría la vida entera?

Esa chica no podía ser valorada mas que como alguien que atravesó un infierno para hablar. Quien necesitaba el apoyo de la ley para conseguir justicia. Y a quien, a como dé lugar, se le protegería de todo mal que viniera por parte de un monstruo llamado Lee DongHae.