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El sonido de los cubiertos acompañado por el murmullo fugaz de los comensales ayudaba para evitar silencios bochornosos. Tampoco era que a Hyukjae le importara mucho encontrarse con ese inconveniente.


Alimentarse le costaba bastante.


Cada bocado era tan difícil de masticar. Por mucho que triturara con los dientes tragar se volvía un martirio en el que debía recurrir al agua para deshacer los trozos de alimento a medio destazar para acabar pronto.


El lugar era más o menos de etiqueta. Por lo mismo, el ambiente presumía de cierta tranquilidad dirigida a la comodidad de quienes concertaban negocios en sus mesas o hablaban de trabajo.


Su situación no era tan distinta.


Escuchaba nada más números y futuros planes viniendo de sus acompañantes. Llegó un momento en el que ya no quiso seguir atendiendo a seguir el hilo del diálogo. Dejó de mirar a uno u otro por cada que se arrebataban la palabra con gentileza y egocentrismo.


¿Sería ese un plus a los comportamientos de la gente adinerada?


El hablar para presumir. Para sobajar. Para arremeter. Seguía preguntándose por qué lo toleraba. La única respuesta era que en esos días las ganas de ir contra corriente se le iban del cuerpo. No tenía ánimos de discutir. Ni de oponerse. Mientras menos atención pusiera a sus alrededores más rápido pasaría el rato.


Esa era su única estrategia.


Incluso ponerse en pie para huir le parecía tan agotador que la idea se esfumaba de su cabeza en segundos.


En cierto momento la conversación dejó de fluir. Hyukjae, por supuesto, no lo notó. Como tampoco se dio cuenta de que, si aquel par de hombres dejaron de hablar, fue únicamente para mirarle.


—Me temo que estamos arruinando a nuestro chico —Ong intervino antes de limpiarse el dorso de los labios con una servilleta. El universitario despegó sus pupilas del plato con verduras salteadas. Revisó primero a uno. Luego a otro.


¿En qué mundo hubiera preferido centrar sus ojos en padre de Jannie y no en Lee DongHae?


De cabeza.


Todo estaba al revés.


Tal vez por eso sintiera desde hace buen rato el vómito atascado en la garganta. La frente le sudaba por pequeños lapsos. Aunque lo estaba sobrellevando. ¿Debería ser eso considerado un logro?


DongHae sostuvo su copa con agua. La acercó a sus labios.


—Los jóvenes tienen un pensamiento algo acelerado —dijo desviando el rostro hacia la ventana más próxima.


¿Acaso esa indiferencia era una forma de poner en su sitio al pelinegro?


Absurdo. Cuánto descaro.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora