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Hyukjae se negó a deambular en el trasfondo de lo que acontecía cuando el panorama de sus posibilidades se manifestó totalmente nulo.


Si iban a la residencia de DongHae en el estado en el que él se encontraba lo más seguro era que Hyuk se viera enfrascado en discusiones de las que pretendía mantenerse alejado.


Se traba de un acto de caridad.


Una mera situación de solidaridad que cualquiera entendería estando en su lugar.


A pesar de ello continuaba resultándole extraño.


Dio un vistazo por el apartamento. Los rincones que solía compartir con su mejor amigo, los sillones, el comedor, la cocina, su habitación. Esos eran los recuerdos a los que deseaba aferrarse en tales momentos. Y no a los de ahora donde, apenas cerraba los ojos, la visión de DongHae ingresando a su propia recámara para darse un baño se superponía por encima de cualquier cosa.


Volteó por el pasillo que conducía a las habitaciones. Por un momento se trazó la posibilidad de sugerirle al rubio que se diera un baño en la habitación de Jannie, pero sería injusto.


A pesar de la confianza que existía en los amigos, Lee nunca fue alguien que invadiera el espacio personal de Ong. Por ello, hacer uso de sus pertenencias en ese momento le parecía un total y desvergonzado disparate.


Aunque le hubiera ahorrado muchas incomodidades. Por ejemplo, las de saber que DongHae se paseaba por los rincones en donde él dormía después de clase, donde hacía sus deberes para la universidad o donde también se duchaba después de las cansadas jornadas estudiantiles.


Para evitar sus propios tormentos se concentró en el botiquín de primeros auxilios. Lo abrió buscando lo necesario para las heridas de Lee DongHae.


Otra vez el asunto de las posturas. Y de las limitaciones.


Durante todo el camino en taxi el rubio no paró de llorar en silencio. Mientras que Hyukjae no consiguió apartar sus ojos de los moretones. El primero, cerca de la boca. Las luces de la calle que a veces alumbraban el auto le consintieron sospechar sobre ello. Debía tratarse del golpe que recibió en manos del padre de Emma. Lo segundo, mordidas a la altura del cuello que por varios minutos le hicieron apretar las manos para evitar un nuevo encontronazo de ira.


Era tan evidente que estuvo con alguien.


Debía ser una persona posesiva.


Alguien que quisiera dejar en claro que DongHae le pertenecía.


Hyuk casi estaba convencido de que no se podría tratar de Emma. Ella afirmó que el rubio la engañaba. Lo cual daba como resultado que seguramente estaba en lo correcto y que el músico tal vez se encontraba con alguien más a escondidas. Por eso los condones. Por eso la tristeza de la peliroja. Y tal vez por eso DongHae huyendo de casa sin importarle su encontronazo con la lluvia.


Era tan difícil para Hyukjae mantenerse al margen.


Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now