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***Advertencia: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que no continúes leyendo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si leer o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***


Y como las buenas costumbres no deben perderse, al despertar, DongHae ya no se encontraba en la habitación.


Bastó que Hyuk estirara un brazo para desistir de dar una repasada por todo el lugar con la intención de comprobar lo evidente. Con desgano se llevó una mano al rostro bloqueando los rayos del sol. Escuchó su teléfono vibrando. Pero la somnolencia aún no desistía de atormentar sus ganas por empezar el día.


¿Qué hora marcaba el reloj?


No quería comprobarlo aún pues, de ser muy tarde, la culpabilidad por procrastinar le empujaría a salir del colchón para aprovechar al máximo los últimos días en el crucero.


A ciegas, simplemente se enderezó sobre la cama con un lío sobre los cabellos que intentó frotar metiendo las puntas de sus dedos para descubrirse parte de la frente.


No sirvió de nada.


Las hebras azuladas le cayeron en cortina hacia en frente cubriéndole la mitad del rostro.


Levantó una mano.


Se talló el ojo izquierdo. Separó los labios para bostezar, pero esa mínima acción fue interrumpida por el timbre de la puerta al recién colocar la contraseña. Espabiló en un segundo creyendo que Jannie se había adelantado para buscarlo mucho antes de que él estuviera listo.


Ah, no llevaba nada de ropa encima.


Apresurado, empujó las sábanas fuera de sí y buscó su prenda interior tirada en las orillas de la cama. La metió entre tirones por sus piernas. Y casi a punto de colocarse el pantalón descubrió los destellos de una cabellera rubia que se asomaba por la puerta con una expresión algo confundida por lo agitado que parecía Hyukjae.


El de cabellos negros y desordenados tragó ruidosamente.


Sobre todo, al ver que el músico llevaba entre sus manos una bandeja con cuencos de comida y vasos teñidos de un sutil amarillo. Seguramente se trataba de jugo.


Ambos se miraron de pies a cabeza.


Uno, porque a pesar de encontrar al dueño de la habitación semidesnudo en un ambiente más o menos desordenado, lo descubría gozando de un atractivo supremo en el que los rayos del sol acariciaban sobre su espalda. Le dibujaban un aura visualmente maravillosa en la que el otro se sintió tentado a recorrerlo con descaro y tranquilidad como si con la mirada consiguiera retirarle del cuerpo la única prenda que le cubría. Esos deleites también podrían formar parte de su desayuno bien balanceado.


La verdad es que, entre los trocitos de fruta bañados en miel sobre el tazón y el torso descubierto de Hyukjae, prefería sin duda devorar este último hasta que no hubiera rincón libre de las caricias de su lengua.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now