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Aunque no fuera precisamente por la bebida, Hyukjae tenía tremenda resaca.


Luego de aquel incidente se refugió en dos cigarrillos más antes de volver con Jannie. Ciertamente los efectos de la bebida se disiparon en cuanto su persecución desequilibrada ocurrió. Se daba cuenta de que pensar en lo que no debía le hacía perderse demasiado.


Era cierto.


Los recuerdos le resultaban, a pesar de todo, agradables. Pero anhelar un regreso o imaginar nuevos encuentros... Le parecía tan absurdo siquiera manifestar esa clase de milagros a una "relación" que no llevaba nada de sentimental de por medio.


Al menos así lo consideraba él.


¿Debía recurrir a un buen sexo para cubrir los rezagos de ese otro buen sexo?


No. Porque, para empezar, no se veía a sí mismo refugiándose en algo carnal para sosegar los juegos tramposos de su mente. Era, de entre todas, la forma más absurda de calmar a sus obsesiones.


Por suerte estando en la rutina difícilmente volvía a caer por la necedad de sus impulsos. Tanto así que la concentración de sus tareas pareció muy atractiva aun cuando la cabeza le estuviera punzando por momentos.


Jannie se fue al trabajo apenas terminaron de comer juntos. Hyukjae volvió perezosamente al museo para continuar con su rutina. No tuvo nada que agregar a la lógica del castaño. Ya que, en vista de que el pelinegro no pasaría la noche en su apartamento, al menos deseaba estar un rato con él para desearle un buen día.


Era cosa de costumbre. Una muy agradable. El apoyarse. El darse ánimos. El olvidarse de todos al hablar tonterías. Algo de medicinal llevaba su enorme apego.


En esa ocasión Hyukjae tuvo que ayudar con el acomodo de mercancía que se ofertaba en la tienda de recuerdos del museo. Libros, collares, dijes, réplicas de ciertas figuras, postales con pinturas famosas y todo eso que resultaba sumamente atractivo para los turistas fue acomodado en manos del universitario que diligentemente llevaba a cabo sus labores.


No pudo rechazar la oferta en el lugar.


Era su única opción si quería terminar los estudios a tiempo. Además, encontrarse con el señor Ong sería una cuestión meramente casual que difícilmente se podía dar con frecuencia. Porque, por ejemplo, en ese día, ¿qué podría hacer el hombre deambulando por la tienda de recuerdos?


Estaba tranquilo en ese sentido.


Pero claro. La mala suerte también es una constante cuando más pacíficas se creen las cosas. Por eso Hyukjae no se sorprendió con la nueva orden que recibió de la nada.


—Dile que los entregaron esta mañana —el tipo con lentes y aspecto totalmente pulcro en su vestir le depositó el paquete grueso de documentos entre las manos—. Es algo de urgencia por lo que necesita quedar resuelto lo antes posible. Anda. Después podrás continuar con esto —.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now