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***Advertencia: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que evites este capítulo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si continuar o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***


Desprendidos.


La ropa caía por los rincones de la habitación como afuera se desprendían las gotas de agua desde lo más alto del cielo. Y por cada choque, ya sea de la llovizna con el asfalto o de la ropa con el piso, un nuevo gemido inundaba los escondrijos un tanto desolados de un cuarto de habitación donde se resguardaba el inicio de algo: un pecado.


Curioso.


Porque si bien la cuestión era totalmente a voluntad estaba muy, muy lejos de ser siquiera similar a lo que pasó en el barco.


Las caricias tenían una torpeza y un nerviosismo implícitos que los delató rápidamente. Porque a pesar de desear con ganas una fusión física entre ellos eran sus propios sentimientos los que les volvían seres faltos de experiencia o de valor para lo que sea que estuviera por concretarse.


No hubo preservativos de por medio.


Aquello no sólo probó que estaban frenéticos por cruzar la línea sin importar el riesgo, sino que, era un hecho, Lee DongHae no estaba predispuesto para tener sexo con otra persona. Mucho menos un Hyukjae que, bajo los matices grises de la noche, delineó con tiento cada esquina de un cuerpo que se retorcía bajo su toque.


DongHae emitió el primer gemido.


Con sus manos aferradas a los lados y las venas resaltándole por cada que estrujaba los bordes de las sábanas se permitió, por primera vez en mucho tiempo, ser un descarado ansioso de agasajos.


El chasquido abandonó la boca de Hyuk cuando dejó de succionarle la entrepierna.


Duro falo invitándolo al banquete de la lujuria.


Húmedo bocadillo irradiando virilidad frente a sus ojos.


Tentador.


Peligroso.


Erróneo.


Se sentían alcanzando la punta del infierno.


Porque, aunque ninguno de los dos pudiera nombrar o definir con exactitud, algo distinto se respiraba en ese instante.


El deseo y... aquello que les llevaba a, como pidió Lee DongHae, olvidarse de todo.


Y cuando por fin las piernas del rubio temblaron y se encogieron al aire. Cuando llenó la boca de Hyukjae con la semilla del riesgo pudo liberar también en el proceso una parte de sí que se escondió desde su última caricia.


Hyukjae lo tragó todo entre muecas discretas.


Adagio [EunHae]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz