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El balanceo corporal de Hyukjae sobre la silla era totalmente involuntario. Sus dos manos se unían entre sí mientras apoyaba los codos encima de sus respectivas rodillas. La posición era digna de quien está sumido en una concentración profunda en la que cualquiera se sentiría culpable en caso de interrumpir.


Varias veces tragó saliva imperiosamente.


Mejor dicho, aguantaba sus ganas de soltarse a llorar a pesar de la fragilidad de su aguante. Sus ojos se cerraban a cada treinta segundos. Tanto para equilibrar la adrenalina de sus extremidades que temblaban ansiosamente como para reunir las fuerzas necesarias para evitar quebrarse en esos momentos.


Veía los párpados de DongHae con un desconsuelo que le comprimía el pecho hasta casi cortarle el oxígeno.


Aunque quería conservar la sensatez, la verdad era que por momentos sospechaba que se volvería loco. Se delineaba la frente con las yemas, las pasaba entre sus cabellos y tomaba aire en el absurdo intento para despejarse de tantos abatimientos.


Hae a lo largo de la cama era lo único que conseguía mantenerlo medianamente estable. Luego la contraparte arrasaba y volvía a preguntarse:


"¿Cómo aguantaste tu solo todo este tiempo?"


Discretamente se secaba las pocas lágrimas que se le escaparon por descuido. Esas que rozaban el borde de sus brillosos ojos.


El labio le continuaba palpitando.


Pero ni así su malestar físico podría compararse al hundimiento emocional en el que se hallaba.


Hubiera deseado tirarse a un lado de su novio para reposar por un segundo después del baño. Pero sería un mentiroso si dijera que le quedaban ganas de dormir como si nada estuviese ocurriendo.


Apartó sus propios pesares. Se apropió de los del rubio.


¿En ello consistía el amar tanto a una persona? ¿En dolerse igual o más por las desgracias ajenas? Aunque tal vez para él no era tan sencillo ceder a la empatía dado que ésta consentía la existencia de un hijo, cosa que Hyukjae no tenía.


El llanto de Lee DongHae persistía en su cabeza.


El tormento de los recuerdos frescos era demasiado para que consiguiera aplacar la agitación de su todo que ahora más que nunca se encontraba confundido y afectado.


Regresó sus ojos rojizos hacia el ceño incómodo de Hae. A pesar de estar dormido era complicado decir que realmente estuviese reposando pues incluso en ese estado daba la impresión de que seguía siendo consciente de lo que ocurría fuera de su onirismo.


Hyukjae se levantó de la silla que colocó junto a la cama. Lugar desde donde estuvo observando la siesta del músico por casi una hora. Al comprobar que realmente se había dormido fue donde él, inclinó su cuerpo lo suficiente, le besó la frente dejando sus labios pegados a la piel por muchos segundos.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora