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—Hyukjae... —.


Pero éste no respondía. Al tercer llamado DongHae experimentó una consternación sobrehumana en la que no cabían los asuntos sobre prudencia o cautela. Por mucho que deseara mantenerse al margen no podía pretender una actitud indiferente ante el inconveniente suscitado.


Principalmente dado que, en su cabeza, no figuraba el temor de que el chico Ong fuese a contar lo que acababa de ver. Sino la intranquilidad de que aquello afectara el triple a las quebraduras de una relación amistosa que por su culpa se trozó en tantas partículas que sería imposible recolectarlas para componer una parte al menos.


No entendía a ninguno de los universitarios. Ni la reacción delirante de JangHyun ni la indiferencia de Hyuk, pero lo que sí comprendió fue que el primero estaba dispuesto a una reconciliación. De no ser así, ¿entonces qué hacía el equipaje del chiquillo en la habitación del pelinegro?


DongHae encontró conveniente husmear considerando que el pelinegro no tenía ni una sola intención de reaccionar a lo que acababa de ocurrir. Parecía ido. Como ensimismado en una negación que empezó a resultar alarmante.


Algo de verdad horrible debía estar conteniendo Hyuk para no querer estallar en ese momento.


Él vio sus ojos decepcionados. Su confusión. Su estupefacta mueca por haber sido descubierto. ¡Entonces por qué no hacía nada?


—Debes seguirlo —jadeó el violinista. Fue ignorado. Hyukjae sacaba la carne del refrigerador mientras la cebolla se sofreía en la sartén—. Hyuk... —insistió con un dolor sobre el pecho porque el chico se negaba a darle algún tipo de reacción. Podía lidiar con todo. Los rechazos, el llanto, las quejas. Pero no con ese estudiante que actuaba como si nada hubiese sucedido—. ¡Lee Hyukjae! —gimoteó tirando de su brazo para que girara.


—¡No quiero hablar con él! —gruñó éste con tal pesimismo que DongHae retrocedió dada su brusca respuesta.


—¿Es que enloqueciste? Tienes que... —.


—¡Para qué jodidos lo voy a buscar! Dímelo tú —.


Su expresión serena se desalineó en un santiamén.


Mostrándose entre la paranoia de querer explotar y la indefensa mirada de un niño que acababa de perderlo todo de pies a cabeza. Desnudo en dignidad. Vació en templanza.


DongHae se quebró por la perspectiva de un Hyukjae que parecía haber perdido la razón.


—¿Qué se supone que voy a decirle? —la voz se le quebró paulatinamente. Le dio la espalda a DongHae. Y también a la poca prudencia que creía tener encima—. ¿Qué se supone que debo aclararle? —jadeó apoyando las manos en la encimera cuando se deshizo de la carne entre sus dedos y apagó la estufa a ciegas—. Lo cierto es que —sorbió ruidosamente su nariz. El cuerpo le temblaba—. Me estoy metiendo con un tipo casado —arrastró en un hilo de voz mientras las gruesas lágrimas caían directamente al suelo.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now