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Hyukjae fue el primero en buscar el contacto entre ambas manos. Aunque eso no quería decir que flaqueara tan fácilmente. A veces se burlaba de las intenciones de DongHae por contraer los dedos para que éstos terminaran entrelazados con los suyos.


Siendo así le estrujaba el borde del índice o tiraba sutilmente del pulgar. El toque de uno con otro se mezclaba de manera que, al acariciarse entre meñiques y anulares, formaban una hiedra de huellas dactilares que avivaban sus deseos por no sucumbir en el agarre en esos momentos.


Y tampoco era que importara quién se rendía primero. El jugueteo de caricias manuales surgió como resultado del intercambio de besos que no pretendía detenerse por buen rato.


Las orillas de los labios de ambos palpitaban. El labio inferior del rubio se notaba peculiarmente hinchado. Y la lengua de Hyukjae daba la impresión de cobrar vida propia con el único objetivo de escabullirse apenas viera la oportunidad de colarse en la humedad bucal de quien le daba pase libre.


Los chasquidos en la habitación fueron constantes.


Ambos solían detenerse para recuperar aliento. Si acaso con afán de intercambiar comentarios juguetones que los impulsaran a una ronda más prolongada de besuqueos.


Lee DongHae alabó la suavidad de la boca de Hyukjae. Éste enfatizó sobre la delicia de los sabores. Tal parecía que esos serían los únicos temas de conversación para el par de hombres que inconscientemente se cobraban los besos y caricias que abarcaban el tiempo que se mantuvieron distantes.


No hubo ni una huella de reproches en el transcurso.


Se olvidaron de todo. O por lo menos pretendieron una indiferencia que les funcionó para ignorar aspectos tan evidentes como las heridas en sus respectivos rostros.


Cuando Hae buscaba eludir un beso para respirar Hyukjae le besaba las líneas del cuello y la marca rojiza del golpe que sufrió más temprano sobre la mejilla. Era ese su modo de sanarlo. Y de hacerle ver que, por muy magullado que se encontrara, por muy decadente que estuviera, no habría poder humano que le hiciera contradecir la belleza evidente del violinista de treinta y tantos años.


DongHae trepó una pierna sobre el cuerpo de Hyukjae. Mientras que, el pelinegro, se atrevió a colar la suya por en medio de los muslos del rubio. La cabeza de Hae en el pecho del universitario. Abrazados bajo las sábanas con una desnudez completamente sugerente hacia las tantas cosas que hicieron juntos en lo que tenía todo el título de 'reconciliación' en primera plana.


¿Así de dulce era otorgar perdones y segundas oportunidades? Porque de haberlo sabido Hyukjae habría medido sus dosis de azúcar en semanas anteriores con tal de atragantarse de ellas como lo hacía en esos instantes.

Adagio [EunHae]Where stories live. Discover now