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***PRIMERA ADVERTENCIA: si eres sensible con lecturas para adulto te recomiendo que evites este capítulo. Cabe aclarar que esto es mera ficción y entretenimiento. Fácilmente puedes decidir si continuar o no. Pero es bajo tu responsabilidad.***


***SEGUNDA ADVERTENCIA: capítulo extremadamente ofensivo. Contenido que puede herir la sensibilidad del lector. Puedes avanzar al final del mismo o continuar con el siguiente para evitarte malos ratos.***



Durante los años noventa volvió a ganar la ciencia. Con la aprobación del uso de viagra muchos fueron los halagos para lo que se consideraba el milagro de la disfunción eréctil.


La droga, enfocada exclusivamente para hombres mayores de cuarenta años, gozó de grandes reconocimientos en el mercado de la medicina sexual. Y quizá habría continuado en el sendero de los elegios de no ser porque las desviaciones del medicamento crecieron a la par de sus aciertos.


El uso de viagra descubrió sus efectos más perversos al caer en manos del público equivocado. Consumido hasta la dependencia, sin prescripción alguna, la famosa 'pastilla azul' vio el inicio de una sentencia en la que los pacientes jóvenes lidiaban no sólo con las 'gratificaciones' del medicamento, sino con los descontrolados efectos secundarios para los que no siempre se tenía remedio.


Dolor.


Palpitaciones.


Sudoración.


Calor.


Se estaba quemando por dentro.


Como haber ingerido dos tragos de alcohol etílico que después de destrozarle la garganta se deslizaban hasta el fondo de su sistema para encogerle los órganos y pinchárselos sin compasión alguna.


Algo le cosquilleaba en todos lados. Evidentemente destacaba la entrepierna. Pero nada bueno se rescataba de una estimulación como esa. Estaba demasiado duro. Tanto, tanto que le pesaba siquiera el roce de la tela con su piel.


Por eso a Emma no le costó trabajo tenerlo sin ropa.


El resto de la noche fue una mezcla extraña, confusa e ilusoria en la que Lee DongHae se desconoció sin oportunidad de consentimientos propios.


Los mareos nunca se detuvieron. Intentaba mantenerse firme sobre las rodillas, pero estas le temblaban. Y su agarre se volvía torpe. Brusco. Inútil.


Tan desesperado que toda su anatomía se tensó y se humedeció por la transpiración que no paraba. Sus cabellos estaban empapados. Y los dedos fácilmente se resbalaban sobre la piel femenina gracias a la sudoración incesante que le venía en una u otra oleada. Una más fuerte que otra.


Las lamidas. Las mordidas. Las succiones. Los besos. Las penetraciones.


Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora