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El avión demoró bastante en despegar. Se supo a voces que uno de los pasajeros tuvo cierto inconveniente con el equipaje por lo que hubo un retraso inmediato que los dejó a todos varados con el motor apagado; ya sea observando los alrededores, visitando el baño o tratando de encontrar movimiento al exterior.


En lo que respecta a Hyukjae no existió momento en el que permitiera que la mano de DongHae anduviera libre. Se aferró a ella desde el inicio y aprovechó la pasividad del aeroplano para recargarse en su hombro esperando por las indicaciones para tomar la postura adecuada antes del despegue.


DongHae, por su parte, dejó la palma a completa disposición de su novio. Sobre la rodilla se apoyaban sus dedos entrelazados con los del pelinegro.


Intentaban mantenerse serenos. Sin embargo, el método más adecuado para ver qué tanto se delataban en sus preocupaciones y tensiones futuras era analizar la fuerza con la que se sostenían uno a otro.


Sus agarres se fijaban con el brío suficiente para concluir que no existía poder humano capaz de separarlos. Hablando no sólo en el aspecto físico.


Ninguno osaba decirlo, pero estaba claro que ambos lidiaban con un malestar en el pecho incapaz de dejarles respirar tranquilamente o disfrutar las últimas horas de viaje donde no tenían que esconderse para mostrarse juntos ante la sociedad.


Afuera el clima no parecía tan bueno. Hubiese sido una salvación milagrosa que el vuelo se cancelara dadas las condiciones climáticas para así otorgarles un día más de protección en el cual lograran plantear múltiples posibilidades sobre lo que les esperaba en su regreso y, de esa forma, desglosar determinadas soluciones. Pero la noticia cayó tan abrupta que aún cuando tuvieron una noche para procesar la despedida de Jeju no fue suficiente considerando las desventajas titánicas con las que enfrentarían el colapso de su relación.


Era mucho en qué pensar. Y tan pocas sus ganas de hacerlo.


DongHae recriminó dulcemente el hecho de que Hyukjae no quisiera cerrar los ojos en toda la noche. Le pidió que tratara de descansar porque los vuelos, aún si eran cortos, siempre significaban desgaste. Era mejor guardar energías que desperdiciarlas con el desvelo. Lo curioso es que, a pesar de estos reproches acompañados por besos apacibles sobre los labios del universitario, no hubo mayor respuesta que el insomnio en ambas partes.


¿Cómo dormir si la visita de JangHyun y DongWook se llevó la poca calma que conservaron durante sus días de vacaciones? Y es que ciertamente no tenían manera de conocer el objetivo principal por el que los estuvieron buscando. Pero tampoco había que ser muy listo para deducir que no era por un motivo grato.


Por lo tanto, que Hae le pidiese a Hyuk que descansara en su última noche juntos era tan cruel como exigir que se inmutara de la realidad. Y lo real, para su desventura, era que la despedida de Jeju se sentía como la despedida entre ambos.


Hyukjae no paró de acariciar la espalda y los cabellos dorados de su amante. Cerró los ojos cada que recibía un beso sobre la frente. En silencio lagrimeaba sin saber el motivo de su llanto para, finalmente, buscar un beso húmedo entre dos bocas que se acariciaron durante el resto de la madrugada como si tuvieran de frente un algodón de azúcar, un copo de nieve o un terrón de arena que con el más mínimo roce pudiera deshacerse para nunca volver a aparecer.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora