75.

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—Por favor... —exclamó Hyukjae con el poco aliento que le quedaba. Sus piernas no dejaban de moverse. Atravesando el asfalto sin detenerse a pensar en los empujones que recibía de los que caminaban cerca o en el desorden que su aspecto albergaba al andar con tanta adrenalina y exasperación—. Por favor... —volvió a decir.


Logró sostenerle la mano.


Lo giró bruscamente para tomarle de los hombros.


—¡Déjame explicarte! —.


JangHyun lo empujó con toda la fuerza que pudo. Su boina se le desprendió al fin haciendo que sus cabellos se desordenaran peor que antes y le taparan el rostro bañado en lágrimas.


Tenía ganas de vomitar.


—¡Te dije que no me tocaras! —agitó su mano para darle un puñetazo a Hyukjae que le hizo voltear la cabeza.


Pero a éste no le importó siquiera. No lo sintió. No sentía nada. Sólo la frustración de no ser escuchado y comprendido.


—¡Es que no pasó nada! —intentó acercársele. Juntos en la acera daban tremendo espectáculo que más de un transeúnte se detuvo a fisgonear con descaro. Otros simplemente pasaban de largo. Algunos se quejaban por el revuelo y unos cuantos creían que era cosa de una broma grabada.


—¡Detente ya! —gimió Jannie con los puños a los lados. Dio un golpe al piso usando su pie. Temblaba tanto que Hyukjae temía lo peor. Verlo llegando al límite y presenciar su colapso le haría sentirse culpable. Sólo por eso dejó de intentar ejercer algún toque entre ambos.


JangHyun retrocedió en pausas. Se aseguró de que el pelinegro no fuera nuevamente tras de él. Y luego desapareció por una calle totalmente opuesta a donde se encontraba el apartamento o la casa de los Lee.


Hyukjae gruñó pasándose las manos por el rostro. Quedó en cuclillas a mitad de la calle sin tener siquiera un cobijo para el temor y el enojo que lo arrastraban. Intentó limpiarse el lagrimear de su ira. Pero no funcionaba. Ésta le hacía sollozar cada vez más intenso frente a su escasa posibilidad de defensa.


¿Cómo salir ileso si él era quien estaba encima de Ong cuando Jannie entró a la oficina?


Debilitado a más no poder, a punto de tirarse en medio de la nada para que sus piernas dejaran de sentirse tan frágiles, regresó por el mismo rumbo que atravesó en su maratón improvisado al ver a su mejor amigo huyendo nuevamente. Más de una vez se pasó la mano por las hebras oscuras.


El cuidado y la dedicación que puso a su aspecto físico no sirvieron de nada.


Estaba desecho.


Agotado como nunca.


Estuvo caminando por buen rato hasta que las calles volvieron a parecerle conocidas. Levantó la mirada. Observó a su alrededor en una vuelta cargada de tropiezos y movimientos torpes en sus pies.

Adagio [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora